Villanueva de la Jara, siguiendo a Santa Teresa
Vamos a sobre la primera parada que hicimos en un viaje zascandil por la comarca de la Manchuela. Es la villa natal de nuestro amigo y colaborador Alfonso Arjona, el cual, muy amablemente, nos ofreció hospedaje en su casa y nos acompañó durante todo el fin de semana visitando los distintos pueblos. Esta localidad de la que estamos hablando tiene un patrimonio cultural tan grande que, a nuestro parecer, es una de las poblaciones más espectaculares y menos conocidas de Cuenca. Bienvenidos a Villanueva de la Jara.
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Cómo llegar a Villanueva de la Jara
Perteneciente a la comarca de la Manchuela, posee una población de 2292 habitantes (INE 2023). Es una localidad excelentemente comunicada. Nosotros llegamos por la autovía A-3 dirección Valencia tomando la salida 186, una vez dejadas atrás villas como Saelices, Montalbo, La Almarcha, Castillo de Garcimuñoz o Atalaya del Cañavate; e incorporarnos a la CUV-8307, pocos kilómetros más adelante nos dirigimos a la carretera N-310, la cual une Villanueva de la Jara con Manzanares (Ciudad Real), pasando entre medias por municipios como El Picazo, Vara de Rey, San Clemente, Villarrobledo (Albacete), Tomelloso y Argamasilla de Alba (ambas en Ciudad Real) . Otra vía que pasa por el municipio es la CM-220, que discurre por pueblos como Arcas, Villar del Saz de Arcas, Almodóvar del Pinar, Motilla del Palancar, Tarazona de la Mancha o La Gineta; entre las ciudades de Cuenca y Albacete.
Qué ver en Villanueva de la Jara
Aparcamos el auto en la espectacular plaza Mayor, lugar donde se ubican varias construcciones históricas del pueblo. La primera que visitamos es la Posada Massó (s. XVI), edificio de estilo renacentista que fue declarado Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, en 1992. Recientemente restaurado, acoge en la actualidad la Oficina Municipal de Información Turística y el Archivo Municipal, uno de los más ricos e importantes de Castilla-La Mancha. Allí por fin conocimos a José Ignacio, informador turístico de la oficina, que sería nuestro guía durante toda la mañana.
Salimos de nuevo a la plaza Mayor para comenzar nuestra ruta. Antes de empezar con los puntos de interés, José Ignacio nos explicó un poco de la historia de La Jara. Posee el título de villa desde el año 1476, ya que gracias al apoyo prestado a Isabel la Católica durante la Guerra de Sucesión, se ganó la independencia de Alarcón, cuyo señor, el marqués de Villena, Diego López Pacheco, luchó en favor de Juana la Beltraneja, también candidata al trono de Castilla.
Después de la curiosa pincelada histórica, nos acercamos al edificio del Ayuntamiento (s. XVI), uno de los inmuebles más importantes que ver en Villanueva de la Jara. De estilo renacentista, se atribuye su trazado al arquitecto italiano Andrea Rodi. El inmueble posee dos plantas en cuya fachada podemos observar sus arcos de medio punto separados por columnas de orden dórico. Junto al Ayuntamiento se yergue la Torre del Reloj, de tres plantas, a su vez anexada al edificio del Medievo tardío que antiguamente fueron las estancias del Concejo, la Cárcel Real y las oficinas del Pósito.
Quizás el inmueble más llamativo de la plaza sea Villa Enriqueta. Levantado en 1899, según la inscripción de su fachada, fue ordenado construir por Jesús Casanova para su uso como vivienda privada. Durante la Guerra Civil fue utilizado como hospital militar y en la actualidad es propiedad de varias familias. Es un edificio muy llamativo en el cual se mezclan elementos del arte mudéjar, renacentista y modernista. Está construido en ladrillo de dos colores formando motivos florales en su fachada.
Continuamos por las calles de La Jara hasta observar un antiguo convento de monjas Concepcionistas convertido en supermercado. Cuanto menos curioso. Proseguimos nuestro camino por la calle Mayor hasta la plaza de San Francisco, mientras José Ignacio nos instaba a ver las casas señoriales presididas por escudos nobiliarios en la fachada. En la plaza nos encontramos con el primer Colegio de Latinidad y Gramática construido en Cuenca. Levantado por Pedro de Aróstegui, obispo de Osma y partícipe también en la fundación de la Real Academia de San Fernando, en Madrid. A pocos metros, en la calle Colegio, tenemos otro edificio característico del patrimonio civil jareño, la Casa de la Música. Posee planta rectangular con patio central cubierto y patio trasero. Destaca su fachada enmarcada de almohadillado.
El Convento de Santa Ana, un imprescindible que ver en Villanueva de la Jara
Tomamos la calle San Francisco hasta la calle Santa Ana donde vamos a uno de los lugares más importantes de la localidad, el convento de Santa Ana. El 21 de febrero de 1580, Santa Teresa de Jesús llegó a Villanueva de la Jara, junto a otras cuatro monjas, levantando su decimotercera Fundación, dentro de la Reforma del Carmelo. En la zona del convento existía la ermita de Santa Ana junto a unas casas cedidas por un clérigo para dar cobijo a nueve beatas que convivían unidas por su afinidad religiosa. Santa Teresa, después de pasar un mes en el pueblo, dejó instituida la Comunidad de Carmelitas Descalzas con las citadas beatas y las monjas que llegaron con ella, nombrando posteriormente como priora a Ana de San Agustín, “la venerable”.
Según la tradición, Santa Teresa de Jesús llegó con dos imágenes, una del Niño Jesús y otra de la Virgen de la Paloma. Al comienzo de su estancia, las monjas intentaron levantar el convento con sus propias manos, pero les resultó imposible. A pesar de no tener dinero, tuvieron que contratar unos albañiles para realizar el trabajo. Ante la llegada del fin de la obra y el irremediable pago a los profesionales, Ana de San Agustín le imploraba a la imagen del Niño ayuda para poder conseguir el dinero necesario para pagar la obra. Ante tanta súplica, finalmente la imagen del Niño Jesús se volvió de carne y hueso instando a “la venerable” a escarbar en la tierra, donde Ana de San Agustín encontró las monedas suficientes para poder pagar a los albañiles.
Lo más destacable del templo, sin duda, es el hermoso artesonado que se conserva a la perfección. La iglesia posee tres bellos retablos, además de dos coros bajos y uno alto. Dentro se se halla el venerado sepulcro de Ana de San Agustín. En una calle contigua está situado otro lugar muy recomendable construido recientemente con motivo del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús.
Se trata del Centro Teresiano construido por las Carmelitas Descalzas para conmemorar esta fecha tan señalada. Alejándose de un típico museo de Santa Teresa, las monjas querían hacer algo especial que solo se pudiese visitar en Villanueva de la Jara. Para ello, la artista Ana Queral diseñó esta instalación museística en la que se representa el libro “Las Moradas”, de la conocida mística cristiana. Distribuido en siete estancias, es un trabajo realmente hermoso y digno de visitar. Se trata de un recorrido imprescindible para, tanto los que buscan la espiritualidad, como el disfrute de la expresión artística. En las paredes podemos observar frases del libro junto a esculturas, pinturas murales, cuadros, fuentes y todo tipo de decorado. Nosotros salimos encantados.
Continuamos con Santa Teresa de Jesús muy presente, puesto que el siguiente templo que nos aguardaba posee bastante relación con ella. En 1580, antes de llegar a Villanueva de la Jara, pasó por el Desierto del Socorro, en La Roda, lugar donde se hacen los famosos Miguelitos, para visitar a los carmelitas descalzos que allí residían. Tenía mucho interés en la figura de Catalina de Cardona, mujer de la Corte que se retiró al desierto para vivir una vida de ascetismo y austeridad. Finalmente no llegó a conocerla, pero invitó a los frailes a fundar en La Jara.
Iglesia del convento del Carmen, hogar de la Virgen de las Nieves
Recorrimos la calle Santa Ana y, posteriormente, tomamos la calle Madrigal para llegar a la iglesia del convento del Carmen, uno de los templos más importantes que ver en Villanueva de la Jara. Este se comenzó a levantar en 1587, tras la llegada de los frailes. Su construcción se sufragó gracias a los bienes del convento del Socorro. Actualmente solo queda en pie la iglesia, pues el resto del conjunto desapareció tras las desamortizaciones del siglo XIX. La arquitectura del edificio es típicamente carmelitana, tomando como prototipo el monasterio de la Encarnación de Madrid, de Fray Alberto de la Madre de Dios. Posee una gran fachada sin ornamentaciones, a excepción de los escudos y la imagen titular. Su estructura se desarrolla en tres cuerpos: el inferior para el acceso, el intermedio para la iluminación y en el superior un tímpano de forma triangular con óculo.
Entramos en su interior para encontrarnos con un templo cuya planta es de cruz latina. De las tres naves que posee, la principal y las laterales están destinadas a las capillas devocionales, que se comunican a través de un pasillo. En la cabecera se localiza el Altar Mayor y la imagen de la Virgen de las Nieves, patrona de Villanueva de la Jara. El presbiterio está decorado con un retablo dorado de estilo barroco y la cúpula central está ornamentada con pinturas que simulan materiales más nobles y formas con iconografía clásica carmelitana.
Tuvimos la suerte de poder entrar al camarín para ver la imagen de la Virgen de las Nieves (s. XIV). De estilo gótico, esta escultura de bulto redondo tallada en madera estucada, policromada y dorada, representa a la patrona sentada en silla, sin brazos, con el niño también sentado sobre ella siguiendo el modelo medieval del “trono de sabiduría”. La imagen presenta, en su mano derecha una manzana, a su vez, el niño soporta en su mano izquierda el globo coronado de cruz. Toda una obra de arte. Seguimos en el interior hasta subir a ver las maravillosas maquetas que existen resguardadas en la iglesia y que imitan varios de los lugares más emblemáticos de la villa. Un trabajo muy elaborado y preciso que nos dejó alucinados.
Basílica de Nuestra Señora de la Asunción, la Catedral de La Manchuela
Seguimos por la calle Nieves hasta la de Jesús Casanova para llegar a uno de los templos más impresionantes que hay en la provincia de Cuenca: la basílica parroquial de Nuestra Señora de la Asunción (s. XVI-XVII). Dado su volumen, se puede ver a varios kilómetros de distancia del pueblo. En 1871, el papa Pío IX le otorgó el título de basílica.
A su alrededor se puede observar parte de la muralla que pertenecía a la fortaleza que vigilaba la villa. Sobre la torre del homenaje se alza el campanario. Aquí podemos distinguir tres cuerpos. En primer lugar la propia torre, de mampostería y con ventanas sobre las que se ubica el escudo de armas de los Reyes Católicos. En segundo lugar el campanario, el cual posee cuatro pares de arcos orientados a los cuatro puntos cardinales y decorados con las bolas castellanas. La construcción está rematada, finalmente, con un chapitel barroco (s.XVIII) formado por tres cuerpos de arcos de medio punto que menguan su dimensión a medida que ascienden, y que recuerda al que coronaba la “Torre del Giraldo” de la catedral de Cuenca, desaparecido a principios del siglo XX.
La basílica consta de tres entradas. La norte, estructurada a modo de “arco del triunfo”, es la más bella y visualmente llamativa. La portada del poniente es ciega y, al estar orientada a la entrada principal, se deduce la intención de proporcionar un pórtico a la fachada. La sur, por la que se entra a través del patio de la fortaleza, es la más reciente de las tres y se puede considerar de estilo neoclásico.
Entramos por esta última y pudimos contemplar por dentro la única nave, seccionada en cinco tramos y rodeada de seis capillas laterales que ocupan el espacio de los contrafuertes. El presbiterio se cierra con ábside poligonal, lo cual se distingue muy bien desde fuera del monumento. Uno de los detalles que más llaman la atención es la variedad de estilos existente en el templo, tanto en la arquitectura como en las capillas. Se puede apreciar cómo se concibió como gótico, pero continúa su construcción con estilo renacentista (fijarse en las pilastras) y, finalmente, durante el Barroco se añaden capillas, por ejemplo la del Rosario o la sacristía, dotada de valiosísimas obras de arte pictóricas de la época.
Son muy numerosas las obras que merecen una mención especial. La capilla del Bautismo, situada en la base de la “torre del homenaje”, con su espléndida pila y su bóveda octogonal. La talla del Santísimo Cristo de la Llaga en la Espalda, de gran fervor popular, muy notable en varios lugares de España, sobre todo Valencia. El retablo de San Martín, una auténtica maravilla del gótico tardío, atribuida a Alejo Fernández, conocido pintor andaluz que pasó por Cuenca en 1522. Las capillas del Pilar y la Dolorosa, también de gran belleza. La espectacular capilla del Rosario (s. XVIII), de estilo barroco, cuyas pinturas murales, obra de Felipe Navarro, son un tributo al “horror vacui”, es decir, ningún rincón vacío, sin color. Su altar también es muy bonito, posee detrás un camarín al cual pudimos acceder.
Pero quizás de todas las manifestaciones artísticas que existen en el interior de la basílica, el Retablo Mayor de la cabecera sea la más impresionante. Fue realizado por Francisco Montllor mediante un encargo de D. Francisco Valero y Losa, oriundo de La Jara y, posteriormente, arzobispo de Toledo. La construcción del cascarón, sin dorar, termina en 1697. Debido a los problemas financieros y la posterior Guerra de Sucesión, no se reanuda la obra hasta 1729, cuando se comienza a dorar el retablo, hasta que en 1749 concluye el fino y enorme trabajo. Impresionan los más de 300 m2 que ocupa esta preciosidad, cuyo cuerpo principal está compuesto por cuatro columnas salomónicas torneadas en diferentes sentidos. Merece la pena destacar el templete expositor destinado en la antigüedad para enseñar a los fieles la Sagrada Eucaristía. Existe un curioso mecanismo subterráneo de ruedas y poleas a los pies del expositor, encargado de hacer aparecer la custodia ante el pueblo. Muy propio del gusto teatral en el Barroco.
De este modo terminamos nuestra visita guiada por los monumentos más importantes que ver en Villanueva de la Jara. Tuvimos mucha suerte de tener a José Ignacio para explicarnos estupendamente toda la información relativa al patrimonio jareño, incluidas muchas historias y anécdotas fantásticas. Nos despedimos hasta la próxima vez que nos viésemos reiterando nuestro agradecimiento. A nosotros nos tocaba comer un poco, que ya apretaba el hambre. Fuimos a casa de Alfonso para tener el placer de conocer a sus encantadores padres, Guzmán y Matilde, y degustar la exquisitez de los gazpachos de su madre. Una vez repuesto fuerzas nos decidimos a dar un paseo para que Alfonso nos enseñara algunos de los lugares de interés que nos quedaban por ver. Lo primero que hicimos fue acudir los “sótanos” de José Antonio Perona, amigo de la familia, para ver el llamativo proceso de cultivo de las setas y el champiñón, actividad que supone la principal fuente de ingresos, junto al turismo y la agricultura, que posee el municipio.
Parque fluvial del Río Valdemembra
Andando hacia las afueras del pueblo llegamos al Rollo de Justicia. De gran belleza y factura, este monolito labrado a base de casetones hexagonales coronado con templete, representa la potestad de administrar justicia. Se levantó a finales del siglo XV con un marcado estilo gótico isabelino. Muy cerca comienza el parque fluvial del Río Valdemembra, agradable paseo cuyo inicio y final lo marcan los curiosos lavaderos “viejo” y “nuevo”. Por esta ruta bajamos la suculenta comida que habíamos ingerido hacía varios minutos. Uno metros más adelante del final de este paseo fluvial, llegamos a la ermita de San Antón, construcción de una sola nave cuadrada donde destacan las pinturas murales que decoran su retablo.
Anduvimos hasta la explanada que hay junto a la basílica, en la cual se yergue la estatua dedicada a Santa Teresa de Jesús. Emprendedora e inquieta, dejó su impronta en La Jara, “ciudad teresiana” incluida en la ruta de peregrinaje “Huellas de Santa Teresa”, creada para conmemorar el V centenario de la muerte de la santa. El pasado de Villanueva de la Jara es muy rico, además del convento que fundó Santa Teresa, la villa llegó a tener otros tres más, símbolo de la importancia que tuvo y que se refleja hoy en día con multitud de monumentos y sitios de interés que contemplar.
Aquí, reflexionado como lo haría ella, aunque fuese solo para saber dónde íbamos a tomar un refrigerio a continuación, terminó nuestra visita al tremendo patrimonio religioso y civil de Villanueva de la Jara. Concluimos deseando volver, aunque sea para las fiestas patronales que se celebran en honor a la Virgen de las Nieves, el 5 de agosto. Solo nos queda dar las gracias por un día tan genial a Alfonso Arjona, nuestro gran amigo y colaborador, a José Ignacio, amabilísimo y profesional informador turístico del municipio; y a Guzmán y Matilde, por darnos comida y cama en su hogar, lo dicho, eternamente agradecidos.
Podéis ver el álbum de fotos completo de Villanueva de La Jara en nuestra galería de Flickr.
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