Alhambra (Ciudad Real), referencia arqueológica nacional
Cuando se junta un pueblo muy especial con unos guías sobresalientes la experiencia suele ser de categoría. Nos pasó con Alhambra, una localidad de la provincia de Ciudad Real cuya historia lleva años descubriéndose gracias a un patrimonio arqueológico espectacular. La Asociación “Alhambra-Tierra Roja” reivindica este tesoro e impulsa todo tipo de eventos y actividades para situar a este pueblo como uno de los destinos turísticos por excelencia en España para los interesados en arqueología. Bien lo merece.
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Cómo llegar a Alhambra (Ciudad Real)
Nosotros aterrizamos en la localidad a través de la N-430, se trata de una de las carreteras nacionales más importantes de España, que atraviesa el país desde Badajoz hasta Valencia. En Ciudad Real pasa por pueblos como Luciana, Puebla de Don Rodrigo, Piedrabuena, Daimiel o Manzanares. Ya en la provincia de Albacete discurre dejando atrás localidades como Ossa de Montiel, Munera, Chinchilla de Montearagón o Almansa. Del municipio salen otras vías como la CM-3129, que conduce hasta Villanueva de los Infantes. Posee una población de 967 habitantes (INE 2023), los cuales se enmarcan en la comarca del Campo de Montiel.
Qué ver en Alhambra (Ciudad Real)
En esta excursión tuvimos el placer de conocer a Kiko Mora, dueño de las casas rurales “Alhambra”, donde nos hospedamos aquella jornada. Están ubicadas en las afueras del pueblo, en el paraje conocido como Los Molares. Aquí se ubicaba una histórica cantera romana donde se extraía la piedra moliz, un tipo de arenisca de marcado color rojizo con la que se afilaban desde las navajas de los barberos hasta armas o aperos de labranza. Este tono bermejo pinta y compone buena parte de la villa de Alhambra y el paisaje que la rodea. En esta zona de Los Molares también existe un templo donde acuden con fervor los vecinos, y es que su patrona, la Virgen de Fátima, tiene su ermita aquí. Sitio muy agradable para acudir en romería.
Una plaza con reminiscencias romanas
Tras dejar el equipaje en las casas rurales seguimos a Kiko hacia el núcleo urbano. Allí nos presentó a Paco Gómez, otro de los integrantes e impulsores de la Asociación “Alhambra-Tierra Roja”, el cual ejerció de guía en la ruta por el casco urbano. Paco se centró sobre todo en el patrimonio arqueológico de la localidad, que es inmenso. Empezamos en la plaza de España, en cuyo suelo musealizado se puede apreciar una bodega iberorromana, con reproducciones de ánforas. Aunque lo que más destaca de este espacio es el templete.
En él reposan dos esculturas romanas, de un hombre y una mujer, aunque de esta última solo se conserva la mitad. También existen tres inscripciones. La primera es de Publio Licinio Maximo, tribuno militar de la legión VII. La segunda de Licinia Macedonica, sacerdotisa que rendía culto a los emperadores (curioso, ya que casi todos los sacerdotes eran hombres). La tercera es de Alia Candida, hija de Licinia Macedónica y patrona de tres asociaciones. Es importante reseñar que los romanos se organizaban por asociaciones y que sus líderes eran los patronos, con lo cual cabe destacar la importancia que tenía esta mujer. Tanto las esculturas como las inscripciones son del siglo I d.C.
Bajamos a la excavación que se está realizando en un antiguo vertedero romano, ubicado en la actual calle Camino Pozarrón. Ya es la segunda excavación de este tipo que se realiza en Alhambra, promovida por la Asociación “Alhambra-Tierra Roja”. En estos proyectos se han encontrado una gran variedad de cerámicas (terra sigillata, en especial) y objetos que datan desde el 80 a.C. al 150 d.C. Se le denomina el vertedero alto-imperial Laminium.
Un valiosísimo tesoro enterrado
Muy cerca se hallan unas casas donde se descubrió en 1989 una necrópolis iberorromana, la cual fue excavada en 1996. En este proyecto se encontraron restos arqueológicos de gran valor que van desde el siglo IV a.C. hasta el II d.C., lo cual no tiene por qué significar que se usara de forma continuada durante este periodo. El ritual de enterramiento utilizado era la incineración. Consistía en quemar el cadáver en una pira, para posteriormente introducir los restos en una urna y enterrarla en el suelo. Este recipiente se acompañaba del ajuar u ofrenda que los familiares del difunto hacían después de muerto.
Íberos y romanos, romanos e íberos. Estos dos pueblos son los que más profundamente han dejado su sello en Alhambra, también llamada Laminium por los romanos y Labini por los íberos. “Alhambra-Tierra Roja” organiza las Jornadas Iberorromanas Laminitanas donde la protagonista es la recreación histórica. Se representan todo tipo de actos religiosos, batallas, se hacen catas de alimentos típicos de la época, vienen grupos profesionales de representación de todas partes de España, etc. Se suele hacer en el mes de agosto. Muy recomendable.
No podían faltar tampoco los visigodos en Alhambra
Tras ello fuimos a la necrópolis visigoda de “Las Eras”, localizada en la zona sur del pueblo. En las excavaciones que se han realizado desde 1993 se han encontrado más de 63 enterramientos visigodos de tumbas excavadas en la roca. El nombre que posee esta necrópolis viene de los empedrados que la cancelaron y la usaron para trillar. Las sepulturas tienen forma antropomorfa, estando los cuerpos inhumados decúbito supino, al igual que se realiza en la actualidad. Cabe recordar que los visigodos ya estaban cristianizados, de ahí el parecido. Los muertos aparecían con lo que llevaban puesto y no tenían ajuar. A modo de ejemplo, como pequeño tesoro, fue desenterrada una gema de ámbar con una victoria alada. La orientación de los enterramientos es de este a oeste debido a que la laja de la piedra permite una talla más sencilla, sin que se rompa la estructura, que de norte a sur. A las sepulturas más profundas les ponían una losa y a las menos profundas metían tierra por encima.
Muchos pueblos y civilizaciones han pasado por este cerro amesetado milenario. Como ya hemos mencionado, la villa de Alhambra posee una gran historia, pues ya era mentada Laminium por Plinio el Viejo en su obra, donde hablaba de las canteras romanas en las cuales se extraía la piedra moliz, muy valiosa por sus propiedades para afilar. Como dato curioso, mencionar que la cantera de Los Molares tuvo actividad hasta la década de los 70 del pasado siglo.
Enfilamos por una cuesta cercana que servía como subida de animales y caminantes, no de carruajes. Esta calzada tiene también ese característico color rojizo de este tipo de arenisca. Arriba del todo se encuentra El Calvario, un mirador de ensueño con un pequeño parque desde donde se pueden contemplar las mejores vistas del Campo de Montiel y el término municipal de Alhambra. Este término consta aproximadamente de 580 km², lo cual habla de la riqueza histórica del municipio, y es que las actuales localidades de La Solana, San Carlos del Valle, Carrizosa, Ruidera y Pozo de la Serna eran pedanías de Alhambra, siendo esta última la única que sigue ejerciendo como tal. El principal motivo de esta vasta extensión de terreno fue la recepción, por parte de D. Álvaro Núñez de Lara, alférez de Alfonso VIII, de este territorio por parte de la Orden de Santiago, y luego ratificado por el hijo de Alfonso VIII Don Enrique I.
Un museo arqueológico que es oro puro
En la travesía Calvario se encuentra el Centro Social, donde nos abrió Paco las puertas de dos importantes tesoros. El primero es el completísimo Museo Arqueológico, que consta de aproximadamente 900 piezas expuestas encontradas y depositadas en su mayor parte por la gente del pueblo y la Asociación Tierra Roja. Recordemos que lo excavado se lleva a Ciudad Real para ser investigado (por ejemplo, lo hallado en las necrópolis y en el vertedero romano). En él podemos apreciar parte de la cultura material arqueológica de la historia de Alhambra, que posee vestigios de épocas y culturas como el Paleolítico Inferior, el Paleolítico Medio, el Paleolítico Superior, la Edad de Bronce, la cultura íbera Oretana, la época romana, la Alta Edad Media con los visigodos, los musulmanes, la Baja Edad Media y la Edad Moderna, demostrando que Alhambra ha tenido en su cerro milenario vida humana continuada desde hace unos 4.000 años, siendo así uno de los pueblos más antiguos de Castilla la Mancha.
Destacan las esculturas íberas del museo, siendo Alhambra uno de los municipios con más esculturas de este pueblo en toda Castilla-La Mancha y el que más tiene en la provincia. También de época romana existen tesoros a modo de epígrafes, cerámicas, monedas y demás utensilios, aunque nuestro preferido fue un mosaico encontrado en una villa.
La segunda joya que tiene este edificio del Centro Social es el Museo Etnográfico. En él se encuentran cerca de 900 piezas donadas en su mayoría por un matrimonio de la localidad, Ismael y Ana María, además de Luis Gómez y sus hermanos, que también contribuyeron con mucho material. Como si de un viaje al pasado se tratase, es posible apreciar los distintos enseres que existían en las casas alhambreñas y cómo era la vida de sus habitantes. Destacan los aperos del campo, de la herrería, de la peluquería, etc. A nosotros nos dejó impresionado el enorme filtro de agua de piedra moliz, todo un tesoro.
Volvimos por la calle Calvario apreciando una casa con escudo de los Salazar. Plaza de la Diputación y paseo del Roce sirvieron de canal para desembocar de nuevo en la plaza de España y tomar un refrigerio en el bar Los Gigantes. Había concluido el zascandileo ese día, dimos las gracias a Paco por su excelente labor enseñándonos el pueblo y su rico patrimonio arqueológico.
Al día siguiente fue el turno de Kiko, que nos enseñó el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, aunque eso lo contaremos en otra ocasión. Nos quedaban por ver dos grandes tesoros del núcleo urbano: el castillo y la iglesia parroquial de San Bartolomé. Empezamos por esta última, para la cual tuvimos otro excelente guía.
La iglesia también tiene el característico color de la zona
Nos referimos a Eusebio López, que nos enseñó la construcción con todo lujo de detalles y mucho mimo. La iglesia data del siglo XIII, aunque ha sufrido numerosas restauraciones posteriores, siendo levantada sobre los restos de un antiguo templo romano. Empezó teniendo tres naves y pequeñas dimensiones, pero demandaba mayor amplitud. En la actualidad posee una sola nave con planta de cruz latina y bóveda de medio arco encamonada. Está realizada en mampostería con sillares de moliz en la base y las esquinas. Por fuera, aparte de su resultón color rojizo, podemos observar una portada renacentista con hornacina con la imagen de San Bartolomé, además de la torre, que data de 1979 y cuyos activos más valiosos son las campanas, una de ellas dedicada a Santa Bárbara. Un detalle curioso que nos mencionó Eusebio y pudimos observar es que la cornisa tiene abultamientos debido al empuje de la bóveda. Otro detalle que se puede apreciar son los restos de simbología o grafiti grabados en los sillares provenientes del templo, del foro y del circo romano, que se localizaba a los pies del cerro de Alhambra.
El templo sufrió numerosos desperfectos en la Guerra Civil. El retablo mayor se creó en 1940 y es de estilo neoclásico. Existen dos capillas laterales en el crucero: la de la Virgen de los Dolores y el Santo Sepulcro y la del Sagrario, con frescos muy coloridos. En la base de la torre se ubica la antigua capilla del bautismo, ahora en desuso. La entrada consta de un bello arco de medio punto realizado son sillares. Merece la pena reseñar en este punto la pila bautismal de mármol blanco, cuyo origen puede ser romano.
Un castillo solitario como vecino
Dando las gracias a Eusebio tocaba despedirnos de Alhambra para poner rumbo de vuelta a los Madriles. Antes paramos junto a otro cerro, anejo al núcleo urbano, donde se haya el castillo de Alhambra. Aunque en su origen pudo ser una torre vigía musulmana, se reconstruyó en el siglo XIII, siendo propiedad de la Orden de Santiago en sus comienzos. A pesar de sus reducidas dimensiones, tenía una función importante porque controlaba los pasos de ganado desde Sierra Morena hasta los territorios de la Orden en la provincia de Cuenca.
Consta de planta poligonal, habiéndose restaurado después de su construcción en el siglo XIV, donde se realiza la portada de entrada. Fue un gran almacén defensivo, pues se componía de bodegas, caballerizas y demás estancias de producción, aunque, al pertenecer a una orden militar, la fortaleza también tenía carácter religioso, debido a ello existía una pequeña capilla en su interior.
De esta manera, admirando el atípico castillo de Alhambra, pusimos punto y final a nuestra experiencia. Lo primero, queremos dar las gracias a Paco, Kiko, Eusebio y la Asociación “Alhambra-Tierra Roja” por su amabilidad y generosidad. Lo segundo, recomendar a todos los lectores la visita a este maravilloso pueblo. Atesora una historia como pocos municipios hemos visto en España. El patrimonio arqueológico de Alhambra es impresionante, digno de admirar para todos aquellos interesados en este tipo de turismo. No esperábamos semejante joya en el Campo de Montiel. El sabor de boca que nos dejó fue excelente, por ello nos pueden las ganas de volver vestidos de íberos o romanos muy pronto. ¡Vita Laminium!
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