Chinchilla de Montearagón, entre castillos, cuevas y ermitas
Nos dirigimos a uno de los pueblos más bellos de Albacete. En la comarca Monte Ibérico-Corredor de Almansa espera Chinchilla de Montearagón, muy cercana a la capital de provincia. Su privilegiado asentamiento le ha conferido siempre épocas de esplendor, hecho comprobable gracias a su monumental patrimonio arquitectónico. Las numerosas ermitas, su iglesia de Santa María del Salvador, sus cuevas del Agujero o el impresionante castillo son buenos ejemplos.
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Cómo llegar a Chinchilla de Montearagón
Hablamos de una villa perfectamente comunicada. La autovía de Alicante o A-31 circula junto al núcleo urbano, contando con hasta tres salidas para acceder a Chinchilla de Montearagón. Desde Madrid, tras abandonar la provincia de Cuenca pasando Pozoamargo, tendremos que dejar atrás las salidas a importantes localidades como La Roda, La Gineta o Albacete ciudad. Desde Alicante habrá pasar atrás desvíos como el de Almansa o Bonete. Es posible también acceder por carretera, tras pocos kilómetros, a la cercana autovía de Murcia o A-30. Posee una población de 4565 habitantes (INE 2023). Pertenece a la comarca Monte Ibérico-Corredor de Almansa. Cuenta con ocho pedanías: Estación de Chinchilla, Pozo de la Peña, Villar de Chinchilla, La Felipa, Horna, Pozo Bueno, Pinilla y Casa Blanca de los Rioteros.
Qué ver en Chinchilla de Montearagón
Entramos al pueblo por la avenida de Albacete. En vez de adentrarnos en la plaza del Pilar, giramos a la izquierda hasta desembocar en el convento e iglesia de Santo Domingo (s. XIV), ubicados en la plaza homónima. Está declarada Monumento Histórico-Artístico. Consta de tres naves separadas por arcos apuntados. Destaca por encima de todo su artesonado mudéjar, uno de los más importantes de la comunidad autónoma. Aparcamos.
Ya en la calle Arenal, pasamos al claustro de Santo Domingo (s. XIV-XV). Nos acompañó una amabilísima guía. Posee un estilo mayoritariamente mudéjar. Dos galerías forman el patio, la inferior con arcos apuntados y la superior con arcos escarzanos. Alberga importantes eventos como el festival de Teatro Clásico de Chinchilla. También podemos visitar dos exposiciones permanentes, una sobre indumentaria chinchillana y otra que reproduce la consulta médica rural de la familia Daudén Tello. Muy interesante.
Además de recomendarnos lugares para comer, la amable guía nos encomendó a visitar algunos puntos de interés, empezando por el edificio de Las Tercias (s. XVI), al cual se accedía por un arco que pasamos anteriormente en la misma calle Arenal. Nos topamos con unos poderosos contrafuertes. Subiendo la vía dimos de lleno con la fachada del edificio. Posee cuatro naves separadas por columnas toscanas. Continuamos hacia la calle San José.
Tras caminar en línea poco tiempo, llegamos a la ermita de San Antonio Abad (s. XVIII), templo más reciente de los existentes en la villa. Merece la pena reseñar su retablo mayor, de estilo rococó tardío. También se puede apreciar en su construcción el estilo neoclásico. Media vuelta hasta aterrizar de nuevo en el edificio de Las Tercias. Esta vez tomamos la calle Virgen de las Nieves.
La plaza de la Mancha, centro neurálgico de Chinchilla de Montearagón
Dejamos atrás el teatro auditorio y dimos con la espectacular plaza de la Mancha. Nos enamoraron sus soportales, su torre del Reloj (s. XIX) de estilo neoclásico y su ayuntamiento. Este último inmueble consta de dos fachadas, una del siglo XVIII y otra del siglo XVI, de estilo renacentista, que es la utilizada como entrada. Caminando hacia la calle Obra Pía observamos otros dos edificios de interés, el Pósito, actual oficina de turismo, y el palacio de Núñez Cortés, una de las más notables casas señoriales que ver en Chinchilla de Montearagón junto con el palacio de Barnuevo, el de López de Haro y el de Núñez Robres, cerca de la recién citada casa consistorial.
No nos podíamos olvidar el templo que preside la plaza. La imponente iglesia parroquial de Santa María del Salvador (s. XIII-XIV). Muchos estilos arquitectónicos se aprecian en su estructura y decoración. En el exterior destacan la portada gótica y el formidable ábside renacentista, obra de Jerónimo Quijano. Por dentro predomina el barroco. Merece la pena reseñar su museo parroquial. Subimos por la calle Hermenegildo Montesinos hasta desembocar en la plaza de las Monjas. Muy cerca dimos con la ermita de Santa Ana, levantada sobre una antigua mezquita. Antaño fue convento de dominicas.
Cuevas en Chinchilla de Montearagón
A continuación nos perdimos por las encaladas calles de Chinchilla. Pasamos por el museo de Cerámica Nacional y descendimos hasta la puerta de Diablos y Tiradores. Finalmente nos topamos con las cuevas del Agujero. Son todo un espectáculo visual, pues conforman un paisaje bien hermoso frente a la llanura albaceteña. Se construyeron en los primeros siglos de dominación árabe. Muy recomendable toda esta zona, posee un gran encanto. Reanudamos la ruta pasando por un agradable parque con mirador. Tremendas vistas.
Seguimos por calles como Maestro Moisés Daviá hasta llegar a la subida al Castillo. Fue larga y además hacía un viento el cual creíamos que nos iba a lanzar volando. Finalmente pasamos a la ladera occidental, dentro del recinto de murallas a los pies del castillo. Muchas construcciones como la garita, del siglo XIX, levantada para defensa durante las Guerras Carlistas. Seguimos bordeando las murallas para entrar de nuevo en el núcleo urbano y aterrizar en la plaza de San Julián y del licenciado Páez de Barnuevo, morada de la ermita de San Julián (s. XIV). Fue la primera iglesia de Chinchilla. Es de estilo gótico mudéjar, siendo convertida en el siglo XVIII en hospital. Se observa en su aspecto actual la cantidad de reformas que ha sufrido.
El castillo de Chinchilla de Montearagón
La fortaleza ya quedaba cerca. Atravesamos una nueva zona de cuevas hasta llegar a la construcción más célebre e importante que ver en Chinchilla de Montearagón. El castillo (s. XV) fue ordenado levantar por Don Juan Pacheco, marqués de Villena. De estilo gótico, destaca el profundo foso de 25 metros que posee. Ha sufrido numerosas reformas a lo largo de su historia, incluida la creación y derribo de un penal en el cual los presos gozaban de unas condiciones de vida muy duras.
Tras descender de nuevo a la plaza de Santo Domingo, donde teníamos estacionado el auto, pusimos fin a la maravillosa visita. Antes de irnos decidimos comer, que ya era hora. Lo hicimos en el restaurante Rincón Manchego. Tomamos un delicioso menú del día. Comida de mucho nivel y a precio económico. Ha quedado claro, Chinchilla de Montearagón es un pueblo que recomendamos visitar a todo el mundo. Su extraordinario patrimonio religioso y civil cautiva al turista transportándole a otras épocas, como la de dominación árabe. Estamos seguros de que no tardaremos en volver, aunque solo sea para comer. Merece mucho la pena.
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