Hita, preparados para sentir el espíritu medieval
Quizás no tenga el gran nombre de otras localidades guadalajareñas, pero a nosotros nos conquistó su monumentalidad. Hita, además de estar a escasos treinta kilómetros de la capital, ofrece al visitante un casco urbano repleto de construcciones interesantes y de espacios con encanto, por algo fue declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1965. Bienvenidos a la villa natal de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita y autor del «Libro de Buen Amor».
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Cómo llegar a Hita
Desde Madrid cogimos la autovía A-2 o del Nordeste y rodamos hasta pasada la ciudad de Guadalajara. Posteriormente tomamos la salida 61, antes de llegar a desvíos importantes como el de Torija o el de Brihuega. Tras ello nos incorporamos a la carretera CM-1003 y, tras dejar atrás pueblos como Tórtola de Henares y Torre del Burgo, llegamos a nuestro destino. Si hubiésemos continuado habríamos aterrizado en otro peso pesado de la provincia, Jadraque. También es posible desembocar en Hita a través de la vía GU-15o, que sirve como nexo de unión con la localidad de Espinosa de Henares. Posee 319 habitantes (INE 2023), los cuales pertenecen a la comarca de la Alcarria.
Qué ver en Hita
Aterrizamos en Hita siguiendo la CM-1003, pero antes de entrar en su núcleo urbano, giramos a la izquierda por la carretera GU-150. A los pocos metros estacionamos el auto en un gran descampado que sirve a modo de parking. Nada más bajar subimos por la calle de la Puerta de Caballos. Allí encontramos el primero de los lugares de interés que vimos en la localidad. Se trata del Palenque, espacio donde antaño, en la Edad Media, tenían lugar los torneos de caballeros. Los duelos de justas a caballo seguramente sean los enfrentamientos más conocidos.
Festival Medieval de Hita
Este lugar, ubicado a los pies de la muralla, es de especial importancia durante la Festival Medieval de Hita, declarado Fiesta de Interés Turístico Nacional. Comenzó su andadura en 1961, siendo el festival de teatro medieval más antiguo de España. Espacios como el citado Palenque o la plaza del Arcipreste cobran vida, pudiéndose ver representaciones teatrales de obras literarias de temática medieval y a los caballeros lanzando venablos, atacando al estafermo o combatiendo. Merece la pena reseñar el Combate de Don Carnal y Doña Cuaresma o las conocidas «botargas», que recorren la villa con cachiporras y cencerros.
Este festival se celebra el primer sábado de julio. En él tiene especial importancia la figura de Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, autor en el siglo XIV de una de las obras más importantes de la literatura en la Edad Media: el «Libro de Buen Amor». Es una de las fiestas medievales más importantes de Castilla-La Mancha y de España, en la que llegó a participar Félix Rodríguez de la Fuente, el cual dirigió diversas actividades de cetrería.
Nos habíamos quedado en el Palenque. Junto a su entrada hay una estatua de Álvar Fáñez de Minaya, además de la fuente de El Palenque, que data de 2005. Continuamos subiendo por la calle de la Puerta de Caballos observando los restos de la muralla medieval. A mitad de camino nos topamos con la bodega de la Muralla. Las cuevas-bodega son excavaciones típicas de la villa realizadas en la Edad Media, cuya propiedad en gran número era de familias judías, hasta su expulsión en 1492 por los Reyes Católicos, propiciando el progresivo declive de Hita. Esta, en particular, fue donada por Dña. Rosario de Agustín Jiménez.
Puerta de Santa María, un imprescindible que ver en Hita
Al final de la calle dimos con el que, probablemente, es el monumento más representativo y fotografiado de Hita. Nos referimos a la puerta de Santa María (s. XV), la cual mandó construir el marqués de Santillana en 1441. De estilo gótico, destaca su arco apuntado, así como el matacán corrido y sus dos garitones. Encima del arco se puede contemplar el escudo de armas de la familia Mendoza. Fue reconstruida en 1965 tras quedar en muy mal estado durante la Guerra Civil. En 2005 se restauró, quedando el formidable aspecto que tiene en la actualidad. En la puerta hay un reloj solar de 1937 y una placa a la memoria de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita.
Antes de cruzar la puerta nos acercamos al sencillo rollo de justicia que hay enfrente y a la fuente abrevadero La Picota, del año 2005. Tras cruzarla, seguimos por la calle de la Plaza, contemplando los restos de muralla medieval a mano izquierda. Poco antes se unió un compañero de expedición. No nos referimos a nuestro amigo Pablo Paniego, que nos acompañó en esta jornada, sino a un simpático perrete que nos marcó el camino durante un buen tiempo.
Nuestro amigo cánido nos indicó que girásemos a mano derecha, pues nos estábamos alejando del casco urbano, por lo que le hicimos caso y, tras callejear un poco, bajamos a la calle del Pósito. Allí cerca nos topamos con el ayuntamiento de la localidad. Ante nosotros se abría la plaza de Doña Endrina, que alberga un pequeño monumento dedicado al cincuenta aniversario del Festival Medieval de Hita, anteriormente comentado.
Casa museo Arcipreste de Hita
Subimos a la plazuela de Manuel Carrera, nos esperaba la escultura «Del Buen Amor», de Fernando Benavides Benítez. Caminamos un poco más y aterrizamos junto a la casa museo Arcipreste de Hita, que a su vez alberga la oficina de turismo. Se construyó sobre los restos de la antigua casa señorial del Arcipreste. El edificio alberga varias salas dedicadas a la arqueología, etnografía, el Festival Medieval o el «Libro de Buen Amor». A esta altura, tras cruzarnos con una familia de excursionistas, el simpático perro que no seguía decidió cambiar de compañía. Nos rompió el corazón, lo reconocemos, aunque el disgusto nos duró poco.
Ya en la cercana calle San Pedro desembocamos en las ruinas de la iglesia de San Pedro (s. XV-XVI). Destruida en la Guerra Civil, tuvo mucha relevancia en el siglo XVIII, cuando se convirtió en sede arciprestal. En su interior los hidalgos de Hita ubicaron sus sepulcros. Informamos que desde esta zona del pueblo hay unas vistas formidables del valle del Henares. Tras asomarnos a la homónima fuente de San Pedro, tomamos la calle Virgen de la Cuesta para llegar al templo más importante que ver en Hita.
No es otro que la iglesia de San Juan Bautista (s. XIV-XV). Fue levantada en estilo mudéjar a excepción de su herreriana torre de tres cuerpos. Merece la pena comentar el artesonado que posee la capilla de la Virgen, así como la colección de lápidas sepulcrales trasladadas desde la recién citada iglesia de San Pedro, actualmente en ruinas.
Casas cueva o bodegos
El ascenso no cesaba. Afrontamos el camino al último tramo del casco urbano, morada de un buen número de casa cueva. Un buen ejemplo es el bodego (nombre popular con el que se conoce a estos espacios) del Tío Diego o el del Barrio Alto. Este tipo de construcciones constan de una entrada realizada en piedra o adobe, la cual da paso al interior en forma de bóveda. Pequeños pasillos comunican las distintas estancias. A diferencia de las bodegas, los bodegos se podían habitar con menos problemas debido a su menor humedad. En este barrio de los Bodegos se ubicó antaño la iglesia arciprestal de Santa María, hoy desaparecida.
No vamos a mentir, no subimos a los restos del castillo de Hita, de origen musulmán. Uno de estos dos zascandiles andaba con una rodilla convaleciente y suficiente trajín de cuestas llevaba ya. Nos hubiera gustado subir a ver los lienzos de muralla que quedan y el recinto arqueológico existente en lo alto del cerro donde se localiza. A pesar de llevar en ruinas desde el siglo XVIII, esta cima ha sido un punto estratégico en varias épocas de la historia. La última en la Guerra Civil.
Comenzó el descenso hasta desembocar en la preciosa plaza del Arcipreste. Sus construcciones tradicionales son muy hermosas, así como los soportales que la pueblan. Posee muchos detalles interesantes como un cuadrante solar del año 1998, un antiguo calabozo o un gran mapa esculpido en la muralla. Es el centro neurálgico de la villa y se nota. Sin duda, uno de los lugares más atractivos que ver en Hita.
De este modo, tomando un refrigerio, terminó la visita a este gran pueblo. Cierto, fallamos en acercarnos a otro importante punto dentro del término municipal. Tendremos que volver para, además de subir al castillo, acercarnos a las ruinas del monasterio de Sopetrán, de origen visigodo y declarado Bien de Interés Cultural en 1994. Queda tarea pendiente. Hasta entonces solo podemos recomendar la visita a Hita, una localidad para enamorarse.
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