Cifuentes, de los manantiales a su arquitectura
Lo más probable es que no exageremos cuando indicamos que este pueblo consta de uno de los conjuntos arquitectónicos más interesantes de Guadalajara. Y mira que esta provincia tiene localidades impresionantes, patrimonialmente hablando. No es de extrañar la monumentalidad de Cifuentes atendiendo a su rica historia. Se puede apreciar mientras paseas por sus encantadoras calles, con el sonido de fondo de las aguas cristalinas que posee su río homónimo, el cual tiene su origen en los diversos manantiales que brotan en el núcleo urbano. Acompáñanos a diseccionar esta preciosa villa alcarreña.
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Cómo llegar a Cifuentes
Desde la autovía del Nordeste o A-2, una vez dejados atrás los desvíos que nos conducen a poblaciones como Torija, Brihuega o Ledanca, tomamos la salida 101, ubicada en Almadrones, para incorporarnos a la N-204. Esta carretera nacional nos condujo hasta Cifuentes, aunque discurre por la Alcarria hasta desembocar en Sacedón, pasando por localidades como Gárgoles de Abajo, Durón o Pareja. Otras vías que dan a parar al término de Cifuentes son la CM-2021 o la GU-927. Posee una población de 1625 habitantes (INE 2022), los cuales pertenecen a la comarca de la Alcarria. Cifuentes consta de tres Entidades de Ámbito Inferior al Municipio (EATIM), Gárgoles de Abajo, Moranchel y Gualda; además de otras siete pedanías: Carrascosa de Tajo, Gárgoles de Arriba, Huetos, Oter, Ruguilla, Sotoca de Tajo y Val de San García.
Qué ver en Cifuentes
Dejamos el auto aparcado en la cuesta Cotanillo. A través de la travesía Puerta Briega y la calle Santo Domingo, desembocamos en la Oficina de Turismo. Allí nos atendieron muy amablemente y pudimos trazar la ruta para descubrir todas las bondades de Cifuentes. Es necesario mencionar que la oficina se ubica en el convento de San Blas (s. XVII), cuyo claustro de planta cuadrada y dos alturas es de los espacios más interesantes. Sobre su portada figura el escudo de la Orden de los Dominicos. Anexa se halla la iglesia de Santo Domingo. Posee una sola nave con planta de cruz latina. Destaca su espectacular portada de estilo manierista, coronada por una de las espadañas más impresionantes que hemos visto desde que zascandileamos. El complejo alberga distintas dependencias municipales, incluido el Centro de Arte «Santo Domingo».

Convento de San Blas e iglesia de Santo Domingo
Un tesoro románico del siglo XIII
La ascensión culminó en la plaza de la Provincia, donde se erige la imponente iglesia de El Salvador. Este templo alberga una de las joyas de estilo románico más importantes de Guadalajara. Hablamos de la portada de Santiago (s. XIII). Ubicada en el muro de poniente, está formada por un arco de medio punto y cuantiosas arquivoltas, las cuales reposan en ambos lados sobre columnas con capiteles que presentan imágenes de la vida de Jesucristo. La arquivolta interna muestra a los doce apóstoles y los ángeles; la exterior, las virtudes y los vicios. Sobre la portada figura un precioso rosetón de estilo gótico.

La preciosa portada de Santiago
Posee planta basilical con tres naves y ábside poligonal. El templo fue completándose a través de los siglos, con lo cual consta de elementos pertenecientes a distintos estilos. Por dentro es posible contemplar puntos de gran interés, como sus capillas, entre las que destacan la de «Los Condes» (s. XV), la de la Virgen de las Flores, la Bautismal (s. XIII) y la de la Virgen del Carmen. Merece la pena reseñar también el coro (s. XVI) o los púlpitos de estilo barroco y gótico. En el exterior se impone su gran torre de planta cuadrada. Está formada por dos cuerpos, el primero construido en el siglo XIII y el segundo en el XV. Este último se remató con un matacán. Destaca también la portada de poniente (s. XVII), de estilo clasicista. Justo delante, entre el templo y la barbacana, se localiza un coqueto rollo de justicia rematado con una cruz de piedra.

Plaza de la Provincia, donde se ubica la iglesia de El Salvador
Hemos hablado de la barbacana (s. XIII), se trata de un muro de piedra que rodea la plaza de la Provincia. Lo ordenó construir doña Beatriz, señora de Cifuentes e hija de Alfonso X «el Sabio». Las vistas desde arriba, junto a la iglesia de El Salvador, son magníficas. En el lado opuesto a la barbacana existen varias casas señoriales, de entre las cuales destaca la casa de los Gallos (s. XVII). Continuamos por la calle Las Campanas, desde la cual leímos un letrero con el nombre de una calle muy singular.

Vistas desde la barbacana a la plaza Mayor
¿El Cristo de la Repolla?
Lo más seguro es que no exageremos diciendo que es el nombre más curioso que le hemos visto nunca a una vía. Estamos hablando de la calle del Cristo de la Repolla. Sí, tal y como lees. Según la leyenda, un mendigo llamó a una casa humilde donde una mujer, de entre lo poco que tenía, le pudo entregar una polla de su corral. Al día siguiente la buena mujer se encontró en la puerta dos pollas y un crucifijo con un cristo. Tradiciones aparte, todo parece indicar que es un tema más cercano al gremio de los horneros y los molineros. Nos hallamos en la judería, donde se ubica la Sinagoga. Se ubica en la calle Empedrada y a día de hoy es un elegante inmueble de tres plantas con una elegante portada con arco conopial.

El mejor nombre de calle jamás puesto
Subiendo por la calle Los Galianos llegamos al torreón y muralla de la Nevera (s. XIV). Se denomina así porque se ubica donde antaño se conservaban los alimentos en invierno. El lienzo de muralla es bastante generoso y, tanto este como el torreón, están construidos en mampostería. Este es uno de los distintos tramos de muralla que ver en Cifuentes, construcción que mandó levantar doña Blanca de Guzmán, señora de Cifuentes e hija de la anteriormente citada, doña Beatriz. Muy cerca está el cementerio, donde se halla la ermita de Santa Ana. Media vuelta hacia la calle Empedrada desde la que, tras dejar atrás un par de casas tradicionales alcarreñas, desembocamos en la plaza Mayor. Este espacio triangular, típicamente castellano, es hogar del ayuntamiento de Cifuentes. Resguardados en uno de sus soportales nos tomamos un refrigerio que nos supo a gloria.

En estos soportales nos tomamos un botellín
Una antigua compañera de clase nos salva
Cuando nos quisimos dar cuenta ya era la hora de comer. No teníamos mucha idea y, tras pasarnos por un establecimiento que se encontraba cerrado, nos entraron dudas. Escribimos a una antigua compañera de estudios de uno de nosotros, María, oriunda de la villa. Amablemente nos recomendó el restaurante «Soraya». Todo un acierto. Comimos fenomenal y económico. Siempre agradecidos a María y al local. Dando un agradable paseo llegamos hasta el convento de San Francisco (s. XV). Su elemento más destacable es la antigua puerta de entrada a la iglesia. Se trata de un arco de medio punto con pilastras a cada lado. En su parte superior hay una cruz de piedra y dos pináculos. A día de hoy, este edificio no tiene atribuidas funciones religiosas.

Convento de San Francisco
A poca distancia se halla el hospital y ermita del Remedio (s. XV-XVI). Posee planta basilical con una sola nave y ábside hexagonal. Destaca por encima del resto su hermosa portada de estilo gótico flamígero. Consta de arco conopial con seis arquivoltas que descansan sobre columnas con capiteles planos. Queda coronada la ermita con una pequeña espadaña. El único elemento superviviente del hospital es una elegante arcada con seis columnas, la cual se ubica delante en un graderío rodeado de jardines. Un emplazamiento encantador.

La hermosa arcada del hospital del Remedio
Caminando unos metros más adelante aterrizamos en un amplio espacio con una clara protagonista: la puerta Salinera (s. XIV). Ubicada en la plaza homónima, se trata de una de las cuatro puertas que albergaba la muralla de Cifuentes, junto con la de Atienza, la Briega y la de la Fuente. Está construida en mampostería con tapial y conserva un elegante lienzo de muralla con dos torres, una de planta cuadrada y otra circular.

Una de las torres de la puerta Salinera
Que nos perdone el castillo de Don Juan Manuel
Decimos esto porque siguiendo en línea recta llegamos a la calle Castillo. Salían varios caminos en dirección al mismo, pero llevábamos un día duro y nos dio mucha pereza subir hasta arriba. Preferimos quedar mal a engañarte. Lo que sí podemos hacer es informarte. Se trata de una fortaleza levantada sobre los restos de una alcazaba árabe en el siglo XIV por Don Juan Manuel, de ahí su nombre. Antes hemos hablado de doña Blanca, señora de Cifuentes, pues Don Juan Manuel le compró la villa de Cifuentes en el año 1317. ¿De qué te puede sonar también este hombre? Pues de ser el autor de la célebre obra medieval «El Conde Lucanor». Su escudo figura en la puerta del castillo. Consta de cinco torres, incluida la del Homenaje. A día de hoy es propiedad del ayuntamiento y uno de los imprescindibles que ver en Cifuentes.

Disculpa, es lo único que pudimos fotografiar del castillo
Había que retornar al lugar donde habíamos repuesto fuerzas, pues caímos en la cuenta de que había un importante edificio cerca. Nos referimos al convento de Nuestra Señora de Belén (s. XVI). Fue fundado por Don Fernando da Silva, conde de Cifuentes. Durante la Guerra Civil quedó muy dañado, siendo el edificio actual fruto de una profunda reconstrucción en los años 40. Merece la pena enfatizar en su portada renacentista, ubicada antaño en el hospital del Socorro, destruido durante la citada contienda. Esta portada posee un arco de medio punto flanqueado por columnas de orden dórico. Encima reposa el escudo de Don Fernando Silva Meneses, que también fue conde de Cifuentes. El conjunto queda rematado por una pequeña espadaña. A poca distancia brotan los manantiales, allí donde nace el río Cifuentes.

Aquí brotan los manantiales del río Cifuentes
Ya lo dijo Camilo José Cela…
Por la calle La Soledad fuimos caminando a través de un bello parque a la vera del río Cifuentes. Nuestro paseo desembocó en uno de los lugares más especiales del pueblo. Las aguas circulan desde los manantiales hasta la Balsa. En este espacio reposa sus aguas cristalinas el Cifuentes. Fue creada para ayudar a impulsar las muelas del molino que se ubica justo al lado. En su «Viaje a la Alcarria», el premio Nobel de literatura, Camilo José Cela, le dedica unas palabras. No es para menos, es un lugar precioso. Tiene hasta un grupo de patos que le dan un toque de lo más colorido a la Balsa.

La Balsa del río Cifuentes es espectacular
Siguiendo la calle La Soledad nos topamos con otro pequeño templo. La ermita de la Virgen de la Soledad (s. XVII) tiene planta cuadrada y nave única. Su portada consta de doble arco de medio punto con dovelas, sobre la que figura una pequeña hornacina con imagen. Corona el edificio una coqueta espadaña. Pusimos rumbo a otro templo, para ello anduvimos por la N-204. En el cruce con el paseo de la Fuente del Piejo, observamos un rollo de justicia con capitel jónico. El primero de este estilo que veíamos.

Ermita de la Virgen de la Soledad
Era la ermita de San Roque la que buscábamos, pero nos costó bastante. Sabíamos que estaba en el paseo homónimo, pero hasta que no se nos ocurrió doblar una calle cortada, no dimos con ella. Se trata de un edificio bastante austero con planta cuadrangular y portada de medio punto. Después de estos momentos de búsqueda decidimos abandonar la villa y continuar el zascandileo por otros lugares. Una vez motorizados, hicimos una última parada en el rollo de los Tobares (s. XVI). Es una picota de estilo renacentista que se localiza a las afueras de Cifuentes, en la carretera que conduce a Trillo.

Rollo de los Tobares, en las afueras de Cifuentes
Somos conscientes de que nos faltó visitar algún punto de interés más, como la cueva del Beato u oratorio de San Felipe Neri (s. XVII). Tendremos que volver para retratarlo. De momento nos despedimos recomendando encarecidamente la visita a Cifuentes. Su patrimonio arquitectónico y natural te maravillará. Toda una joya de la Alcarria.
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