La Balsa de Valdemoro-Sierra, gran cascada en la Serranía
Se trata de uno de los tesoros mejor escondidos en la provincia de Cuenca. Dirigimos nuestros pasos a la Serranía, concretamente a la localidad de Valdemoro-Sierra para contemplar un prodigio de la naturaleza. En las afueras de esta pequeña villa serrana existe una hermosa cascada que destaca por su longitud y por estar ubicada en un entorno de gran belleza. La Balsa de Valdemoro-Sierra te dejará impresionado. ¿Todavía no te has asomado a esta joya natural?
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Cómo llegar a la Balsa de Valdemoro-Sierra
La opción más común es llegar desde Cuenca por la N-420 en dirección a Teruel. Tomaremos el desvío que nos dirige a Cañada del Hoyo, incorporándonos de esta manera a la carretera CM-9142. Tras pasar los desvíos a las lagunas de Cañada del Hoyo, La Cierva y Valdemorillo de la Sierra, aterrizaremos en la población de Valdemoro-Sierra. Escasos kilómetros antes de adentrarnos en su núcleo urbano aparece la señal que indica el camino a la Balsa. Otra manera de llegar a esta maravilla de la naturaleza es desde la conocida carretera que va a Tragacete, es decir, la CM-2105. Entre las poblaciones de Uña y Huélamo, justo después del embalse de La Toba, nace la vía CM-9112. Tras cruzar el pueblo de Beamud, desemboca también en Valdemoro-Sierra. Nosotros llegamos desde Cañete, tomando la carretera CM-2106. Antes de la población de Campillos-Sierra, aparece el desvío a Valdemoro-Sierra. La carretera que cogimos fue la misma CM-9142, siendo el otro extremo donde concluye tras su inicio en la N-420. Antes de adentrarnos en el casco urbano del pueblo, surgió el desvío que indicaba la Balsa. Tras un par de bifurcaciones que tomamos hacia la derecha, desembocamos en aproximadamente dos kilómetros y medio.
La cascada de la Balsa de Valdemoro-Sierra
Dejamos el coche en un margen del camino, muy cerca de la Balsa. Nosotros teníamos una larga ruta planeada y por eso llegamos hasta allí en coche, pero es una buen paseo para realizar a pie. Además, el camino, sobre todo si ha llovido, puede encontrarse en condiciones regulares. Esta excursión la realizamos a finales del año 2018, y tuvimos la inmensa suerte de estar acompañados por nuestro maestro Alfonso Arjona, y las encantadoras hermanas Laura y Elena Doncel, primas de uno de los zascandiles.
De camino a la Balsa de Valdemoro-Sierra, hallamos vistosos cultivos de mimbre, con su clásica tonalidad rojiza. Tras estacionar el auto, nos fijamos a lo lejos en una construcción. Se trata del merendero «La Balsa», construido por la Sociedad de Cazadores de Valdemoro-Sierra. Cuenta con diversos espacios para hacer barbacoas. Al lado de este refugio se localiza la fuente de La Balsa, hecha de piedra, en la cual uno se puede refrescar.
Nos acercamos por fin a la hermosa joya escondida de la Balsa de Valdemoro-Sierra. Al ser invierno pudimos ver cómo había partes de la misma que estaban congeladas, formando unos espectaculares carámbanos de hielo. Esta es una de las mejores épocas para verla. Aunque, sin duda, presenciar este fenómeno natural tras un periodo de lluvias resulta alucinante. El caudal que se precipita por esta barrera tobácea es inmenso, y dada su anchura no deja indiferente a nadie.
Es el arroyo de la Fuente de la Balsa el que se vierte a modo de cascada y, en pocos metros, va a parar a las aguas del río Guadazaón. Tras precipitarse, forma algunas pozas en las que muchos turistas y vecinos de Valdemoro-Sierra se bañan en verano. Como siempre, recomendamos prudencia y sentido común para evitar cualquier desgracia, pues, pese a que no figura ninguna señal de prohibición del baño, no es un terreno sencillo para circular.
En nuestra excursión, no encontramos un caudal excesivo, por lo que pudimos acercarnos a la roca caliza y realizar fotografías a corta distancia. La cascada se puede admirar desde abajo o subir por arriba, como hizo nuestro amigo Alfonso Arjona, que pudo contemplar la pequeña laguna que se forma al estancarse el agua antes de efectuar el salto de agua. En su tiempo existieron dos molinos, uno ubicado junto a la actual cascada, y otro en la confluencia con el río Guadazaón.
¿Posible culto a divinidad femenina?
Tras zascandilear un rato por la Balsa y hacer las pertinentes fotos, aunque nos molestase un poco el sol, nos acercamos a un gran árbol que se encontraba enfrente. Allí descansaba Elena, nuestra acompañante en esta excursión. Tras llegar todos nos propuso fijarnos en la cascada desde la perspectiva del árbol. No lo podíamos creer. En medio de la Balsa parecía existir el rostro de una mujer.
Elena, sensible a la energía que nos proporciona la naturaleza, planteó la hipótesis de que en un lugar tan cargado de energía como aquel, probablemente se hicieran celebraciones para festejar el culto a una posible divinidad femenina, la cual tendría que ver con el rostro que se forma en la barrera tobácea donde se produce el salto de agua. No deja de ser una cábala que podría tener sentido.
Tras esta disertación, dimos por finalizada nuestra visita a la Balsa de Valdemoro-Sierra. Es complicado de entender cómo un tesoro natural de esta magnitud no tenga la repercusión merecida, más aún sabiendo lo fácilmente accesible que resulta. Otras cascadas del mismo tipo como la del Nacimiento del Río Cuervo o la del Molino de la Chorrera, en Tragacete, poseen más fama, quizás por su mayor altura, pero este salto de agua también merece la pena ser reconocido. Aquí dejamos nuestra pequeña aportación recomendando encarecidamente su visita.
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