Ossa de Montiel, el encantamiento de Don Quijote
Dirigimos nuestros pasos a la parte más occidental de la provincia de Albacete. Allí encontramos un hermoso municipio poblado de encantos, tanto dentro como fuera de su casco urbano. Ossa de Montiel es conocido porque en su término municipal se localiza buena parte del parque natural de las Lagunas de Ruidera. Fuera del núcleo urbano también podemos encontrar maravillas como el castillo de Rochafrida o la ermita de San Pedro. Aunque merece la pena también pasear por sus calles para admirar monumentos tales como la iglesia de Santa María Magdalena. Tenemos mucho zascandileo por delante.
Contenidos del post
Cómo llegar a Ossa de Montiel
La carretera más importante de las que atraviesan su término es la N-430. Atraviesa el país de oeste a este, desde Mérida hasta Játiva. Pasa por pueblos de Ciudad Real como Puebla de Don Rodrigo, Luciana o Daimiel, además de por la propia villa de Ciudad Real. En Albacete cruza Munera, Barrax o Almansa, incluida también la propia ciudad de Albacete. Otra importante vía que pasa por la localidad es la CM-3123, que circula desde Villarrobledo hasta Vivero, en las cercanías de Alcaraz. Otras carreteras más humildes como la CR-1225 o la CR-640 pueden conducir a importantes municipios como Tomelloso o Villahermosa. Posee una población de 2241 habitantes (INE 2021), los cuales pertenecen a la comarca de Sierra de Alcaraz y Campo de Montiel.
Qué ver en Ossa de Montiel
Tras llegar desde Villarrobledo decidimos atravesar la población para dirigirnos a la Oficina de Turismo. Nos atendieron muy amablemente, explicándonos la gran oferta que posee el término municipal. De este modo, preferimos primero zascandilear por los alrededores de Ossa de Montiel. Tomamos la carretera C-30 para, en seis kilómetros, llegar al primer punto de interés. Nos referimos a la Cueva de Montesinos.

Ossa de Montiel es un pueblo muy quijotesco
Es célebre porque aparece en los capítulos XXII y XXIII de la segunda parte de «Don Quijote de la Mancha», obra universal de Miguel de Cervantes. Esta gruta kárstica posee en su interior un pequeño lago, además de distintos espacios como el «Portal» o la «Gran Sala». Existen visitas guiadas muy recomendables. Nosotros, al llegar a horas poco decentes, nos quedamos sin entrar. Nos lo apuntamos para la próxima.
Seguimos por la misma carretera y, tras un par de kilómetros, en mitad de una curva, nos desviamos para visitar el siguiente monumento de nuestra excursión. No tardamos en seguir las señalizaciones y aparcar el auto en busca de una fortaleza. El castillo de Rochafrida es de origen musulmán y data del siglo XII, aproximadamente. De tipo militar, pasó a manos cristianas tras la batalla de las Navas de Tolosa en el año 1212. Actualmente conserva algún lienzo de la muralla y parte de un torreón. Posee también, al igual que la Cueva de Montesinos, gran importancia literaria, pues en torno a la fortaleza giran algunos de los romances más antiguos de la Edad Media, como son los de «Rosaflorida y Fontefrida».

Lienzo de muralla en el Castillo de Rochafrida
Deshicimos el camino para volver a la carretera C-30. Nos acercábamos al territorio de las Lagunas de Ruidera. En apenas un kilómetro nos topamos con una interesante manifestación del patrimonio religioso de la localidad. Hablamos de la ermita de San Pedro de Verona. Fue construida en los años cincuenta tras su destrucción en la Guerra Civil. Este templo tiene sus orígenes en los restos de una antigua ermita visigoda. Dos romerías se hacen todos los años en su honor, una el domingo de Resurrección y otra el 29 de abril.

El entorno incomparable de las Lagunas de Ruidera
Fuimos avanzando por la carretera hasta desembocar en el parque natural de las Lagunas de Ruidera. De sus quince lagunas, nueve y parte de una décima pertenecen a Ossa de Montiel. Estas son las de Tomilla, Concejo, San Pedro, Tinaja, Lengua, Redondilla, Santos Morcillo, Batana, Salvadora y una fracción de La Colgada. Posee una riqueza geológica y paisajística sin igual, por no hablar de la importancia y variedad de su flora y fauna. Estuvimos un buen rato perdiéndonos por sus rincones y maravillándonos con semejante paraje natural. Cuando nos quisimos dar cuenta, era hora de regresar. Teníamos el núcleo urbano olvidado y también había que descubrirlo.

Sus paisajes no dejan indiferente a nadie
Pensando en volver para recorrer bien el parque y hacer su pertinente post, volvimos a Ossa de Montiel para admirar su casco urbano. Entramos por la calle San Pedro hasta torcer a la izquierda para tomar la calle Norte. En pocos metros nos encontramos dentro del Jardín de Nuestra Historia. Alberga en su interior la Picota o Rollo de Justicia. Símbolo de villazgo, la estructura se compone de cuatro peldaños circulares sobre los que se posa una columna de cinco metros de altura, aproximadamente.
Retrocedimos para encauzar de nuevo la calle San Pedro. Todo recto aterrizamos en la plaza de la Constitución, centro neurálgico de Ossa de Montiel. Una coqueta fuente preside el espacio, donde también podemos observar el edificio del ayuntamiento.

Casa consistorial de Ossa de Montiel
Siguiendo las calles Mayor e Iglesia desembocamos en el templo más importante de la villa. La iglesia parroquial de Santa María Magdalena (s. XVI). Merece la pena reseñar su fachada principal, donde descansa una elegante espadaña y la portada de medio punto. En su interior de planta rectangular destaca la bella cubierta de madera en estilo mudéjar.

Iglesia parroquial de Santa María Magdalena
Por la calle Santa María Magdalena salimos al Jardín La Glorieta. Dentro pudimos maravillarnos con los Caños, antigua fuente del siglo XIX construida con sillares. Cambiamos de sentido para pasear un poco por la parte norte del pueblo, aunque la mayoría de los monumentos se encontraban donde ya habíamos estado. Tras una tranquila caminata, repusimos fuerzas en un bar cercano y pusimos rumbo al auto, que lo habíamos dejado en las inmediaciones de la calle San Pedro.

Hermoso arco junto a la fuente de los Caños
Dirección Villahermosa, a kilómetro y medio aproximadamente, se encuentra el Museo Etnográfico. Se aloja en una antigua casa de peones camineros, reformada para estos menesteres. Consta de dos plantas en las cuales se reparten cinco salas, dos abajo y tres arriba. En el exterior contamos con tres patios también con distintos utensilios. Todos los espacios recogen y manifiestan los oficios y tradiciones que han existido en Ossa de Montiel antaño. Además, todo el material ha sido donado por gente de la villa. Hemos visto muchos museos de este tipo, pero este proyecto es realmente difícil de superar.

Museo Etnográfico de Ossa de Montiel
De este modo pusimos fin a la completa excursión por este bello pueblo. Sin duda uno de los puntos de turismo más interesantes de la provincia de Albacete, y no solo porque en su término municipal exista uno de los parques naturales más atractivos de España. Ossa de Montiel tiene una oferta variada que te entusiasmará. Muy recomendable.
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