Minaya, a la caza del cubillo
Hoy toca zascandilear por el norte de Albacete, justo en la frontera con la provincia de Cuenca. El pueblo de Minaya, históricamente, ha sido lugar de paso para que el viajero pudiese descansar y repostar, buena muestra es el antiguo parador. A día de hoy, muchos son los puntos de interés que tiene esta villa e invitan a quedarse. Claros ejemplos son la iglesia parroquial de Santiago El Mayor, el molino, el ayuntamiento o los famosos cubillos, abundantes muestras de arquitectura rural autóctona.
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Cómo llegar a Minaya
Nosotros aterrizamos en la localidad desde la carretera CM-3117, que comunica Minaya con San Clemente. Pero no llegamos desde allí, Pozoamargo fue nuestro punto de partida. La vía más importante que atraviesa el núcleo urbano del municipio es la N-301. Circula desde Ocaña (Toledo) hasta Cartagena (Murcia), aunque buena parte de sus tramos, a excepción del primero de Ocaña a La Roda, han sido convertidos en autovía. Atraviesa destacados pueblos como Corral de Almaguer, Quintanar de la Orden, Mota del Cuervo o El Provencio. Posee una población de 1435 habitantes (INE 2023). Pertenece a la comarca de Mancha Júcar-Centro, estando ubicada entre los términos municipales de Villarrobledo y La Roda.
Qué ver en Minaya
Entramos a la localidad para tomar la calle Real y, posteriormente, la calle Grande hasta llegar a la plaza Mayor. Allí se encuentra el templo más importante de la localidad. La iglesia parroquial de Santiago El Mayor se comenzó a construir a finales del siglo XV, llegándose a terminar en el XVII. Diversos estilos posee su construcción, desde el gótico original hasta el renacentista de sus dos portadas. Destaca su inmensa torre, en la cual se adivina la caja semicircular que cubre las escaleras de caracol. Alberga en su interior la venerada imagen del Beato Alonso Pacheco, oriundo de la villa.
Salimos a la paralela calle Olmo para contemplar una de las casas consistoriales más espectaculares que hemos visto desde que zascandileamos. El ayuntamiento de Minaya (s. XX) es un inmueble de estilo modernista con tres plantas y, dato curioso, espadaña con campana, la cual era utilizada para avisar o convocar a los vecinos. Caminamos hasta desembocar en la calle Concepción, que nos llevó directa a otro de los grandes edificios religiosos que ver en Minaya.
Tras cruzar una plazoleta y un agradable parque nos topamos con la ermita de San Antón. Posee planta rectangular, así como espadaña y portada de medio punto en la fachada. Es muy popular en el pueblo la festividad de este patrón, celebrada en el mes de enero. Se estaba haciendo de noche y teníamos pendiente visitar alguno de los cubillos existentes en los alrededores de la localidad. Son construcciones rurales de planta circular. Están hechas con piedra seca y alisadas, sin ningún tipo de sustancia que ayude a la sujeción. Volvimos al auto para salir en su busca.
Demasiado tardamos, probablemente por nuestra torpeza, pero al final conseguimos dar con un cubillo a pocos kilómetros, pasada la estación de tren. Tuvimos suerte por que justo caía el sol y las fotos salieron muy hermosas. En el camino de vuelta decidimos parar en la estación para sacar más instantáneas aprovechando la conocida «hora azul», en la cual los tonos del cielo son espectaculares.
De vuelta al núcleo urbano, callejeamos hasta llegar a los pies de la carretera N-301. Cruzamos para acceder a un camino de tierra paralelo que nos condujo hasta el molino de viento (s. XX), uno de los imprescindibles que ver en Minaya. No nos cansamos de ver esta estampa tan usual en los pueblos de la Mancha. Buenos ejemplos son Campo de Criptana o Mota del Cuervo. Volvimos a cruzar para estacionar de nuevo el auto y pasear por la fantástica calle Colón. Es un lugar idóneo para dar una vuelta cobijado por los árboles y observando sitios de interés como el templete o el centro social.
Por la calle San Marcos llegamos al Mesón Parador (s. XVII), antaño otorgaba posada a la gran cantidad de viajeros que pasaban por Minaya. Tiene unas dimensiones considerables, destacando su portada tipo fortaleza. A lo largo de su historia se hospedaron importantes personalidades como Mariana de Austria, Luisa María Teresa de Parma, Fernando VII o Isabel II. Casi nada.
Prácticamente era noche cerrada, por lo que decidimos poner fin a nuestro zascandileo por esta villa manchega de Albacete. Todo un placer, puesto que su patrimonio religioso, civil y rural es, por demás, destacado. Recomendamos la visita a esta hermosa localidad. Quizás antiguamente solo estaba de paso, pero a día de hoy estamos convencidos de que es un lugar estupendo para vivir.
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