Priego, la Alcarria más serrana
Es momento de visitar uno de los pueblos alcarreños con mayor patrimonio arquitectónico y natural. Es posible que, junto con Huete, sea el mayor exponente monumental de la comarca. Tierra de artesanía con un pasado histórico indudable, siempre a la vera del río Escabas. Hablamos de Priego, cuna del mejor ciclista español de todos los tiempos: Luis Ocaña. Mucho que contar en uno de los destinos turísticos más atrayentes de toda la provincia de Cuenca. Bienvenido a la puerta de la Serranía.
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Cómo llegar a Priego
Llegamos a nuestro destino a través de la carretera CM-2023, la cual discurre desde la localidad de Cañamares hasta un tramo intermedio de la CM-2015, atravesando localidades del norte de la Alcarria conquense como Albendea, Valdeolivas o Salmeroncillos de Abajo. Atraviesa su núcleo urbano otra vía, en concreto la CM-2108. Nace en Villaconejos de Trabaque para desembocar en la anteriormente citada CM-2015, ya en la provincia de Guadalajara. Pertenece a la comarca de la Alcarria. Cuenta con una población de 903 habitantes (INE 2023) que tradicionalmente se ha dedicado a diversos oficios de artesanía. Merece la pena destacar la alfarería, siendo uno de los focos de producción más importantes en la provincia de Cuenca. Tampoco queremos olvidarnos del trabajo realizado con materiales como el mimbre y la lana, famosos en el municipio. Por último, citar el original oficio de los gancheros, aquellos trabajadores que conducían troncos de madera a través de los ríos hasta los lugares de saca.
Qué ver en Priego
Nada más entrar en el municipio de Priego tomamos la calle Gorgonio de la Llana hasta bajar junto al parque de Luis Ocaña. Allí estacionamos el auto y comenzó nuestra andadura por la bella localidad alcarreña. Entramos en la coqueta zona verde para ver el monumento dedicado al genial y desafortunado ciclista conquense. Caminando unos metros más adelante, unas vistas privilegiadas del Torreón de Despeñaperros. Esta torre defensiva de origen árabe constituye los únicos restos del antiguo castillo de los Condes de Priego (s. XIV-XV). Debajo de los aproximadamente 12 metros de altura de sillarejo encontramos la «Cueva del Moro», sobre la que versa la leyenda de «La mora encantada».
La iglesia parroquial de San Nicolás de Bari
Continuamos con la ruta a través de calles como Puerta Chica para aterrizar en uno de los monumentos más representativos de Priego. Nos referimos a la iglesia parroquial de San Nicolás de Bari. Se empieza a levantar en 1531 sobre un templo románico de inferiores dimensiones. La construcción posee características de distintas épocas. Por ejemplo la torre, pese a erigirse a penas 20 años después, es de estilo renacentista, y la estructura del cuerpo junto a la cabecera de las naves y el crucero son del gótico tardío. El resto es posterior, ya que tuvo lugar un incendio en 1839 y tuvo que ser reconstruido. La anteriormente citada torre consta de 33 metros de altura y tres cuerpos con sillares almohadillados florentinos. El interior del templo, de planta basilical, está compuesto de tres naves y ábside poligonal de tres lados. La cabecera de las naves está cubierta con bóveda estrellada sobre columnas góticas. El Retablo Mayor, de 1991, y las capillas laterales de «La Dolorosa» y «San Nicolas» son de estilo neoclásico, albergando esculturas barrocas de José Salvador Carmona.
Seguimos por la calle Hospital pasando junto al antiguo hospital del Dulce Nombre de Jesús, cuya parte trasera posee unas impresionantes vistas de la hoz del Escabas. Cogimos la calle la Cava y al poco tiempo nos encontramos en uno de los lugares más bellos que ver en Priego, la plaza de los Condes de Priego. Además de la fuente y la casa señorial ubicada en ella, destaca por encima de todas las edificaciones el Palacio de los Condes de Priego (s. XVI). Construido en estilo renacentista, fue mandado levantar por D. Fernando Carrillo de Mendoza, cuarto conde de Priego también conocido como «Conde del Milagro». Su fachada principal se compone de bellas arquerías con balconada. Actualmente alberga el ayuntamiento del municipio.
Hasta el siglo XVII, en torno a los condes se establecieron en el pueblo importantes familias que dejaron un vistoso legado en forma de casas blasonadas. Antes hemos mencionado la de la plaza, desde allí fuimos a la calle Larga donde existe otra muy cerca de la bella puerta Molina. En las calles Loma y Franca encontramos otras dos a las que hay que sumar otro par de casas de la Inquisición. Por último, en la calle de la Cruz encontramos una algo más especial, pues alberga el Museo de Etnografía y Artes Populares. Aquí podremos contemplar desde piezas de la rica alfarería de la localidad, hasta utensilios de antiguos gancheros y trabajadores de la lana o el mimbre.
El Triángulo-Patíbulo y los arcos góticos imaginarios
Hasta este punto habíamos visitado lo más interesante dentro del núcleo urbano de Priego. Para acudir a los siguientes destinos íbamos a tomar el auto, por lo que decidimos llenar la barriga antes para coger fuerzas. El hostal restaurante Los Claveles sería el elegido. La apuesta no pudo salir mejor. Tras la magnífica comilona que nos pegamos, los tres zascandiles decidimos hacer la digestión con una pequeña caminata. Recordad que contábamos este día con la presencia de nuestro buen amigo David Matas. Así que nos pusimos en marcha tomando la calle Majestad y poco después volvimos a la calle Franca dejando atrás las casas blasonadas para ir uno de los lugares más bonitos de la localidad. Pasando las últimas casas de Priego, en una llanura, encontramos el Triángulo-Patíbulo. De él se conservan los arranques de las pilastras, que forman una planta triangular de la cual se levantaban unos arcos góticos unidos en su centro construyendo un espacio amplio de donde se colgaba a los ajusticiados. Se desconoce la fecha de su construcción exacta, pero se piensa que data del siglo XV, aproximadamente. Cobijaba en su interior una cruz o imagen de San Roque, protector de la peste, enfermedad muy extendida por Europa en la época.
En esta zona existía antiguamente la ermita de San Roque, de estilo románico y de la cual se conservan algunos restos. Bajamos el cerrete hacia la carretera que nos conduciría a nuestro siguiente punto de interés. Por el camino nos encontramos con multitud de cuevas bodega, no solo de las que guardan el vino, sino también algunas destinadas a la alfarería. Lamentablemente, la mayor parte de las que vimos se encontraban derruidas o en un estado bastante precario, lo cual es una lástima observando su estupenda ubicación asomando al valle del Escabas.
El puente Allende sobre el río Escabas
Una vez en la carretera solo tuvimos que andar un rato hasta llegar al puente Allende, sin duda una de las muestras más notables del patrimonio civil que ver en Priego. También conocido como Puente Liendre, posee un solo arco por el que discurre el río Escabas en su camino hacia el Guadiela. En su parte izquierda existe una especie de defendedero hacia el agua construido con base de sillares calizos. En su inicio hay sillares que pudieron formar parte del antiguo puente de posible origen romano que debió estar ubicado en este lugar. Tras algunas reformas, el actual data en su mayoría del siglo XIX, se reconstruyó como una copia del anterior. En sus inmediaciones se ubicó antaño el convento de la Encarnación (1465), pero en el siglo XVII se trasladó al núcleo urbano, concretamente al hogar del pensionista, debido a las pocas condiciones higiénicas de la zona.
Ya vista semejante maravilla volvimos al pueblo para tomar el auto. Aquí sí que terminamos de hacer la digestión, pues desde el puente Allende hasta el parque de Luis Ocaña, donde teníamos el coche, hay un rato de paseo. Una vez llegado a nuestro destino arrancamos en dirección al convento de Nuestra Señora del Rosal. Tenemos que decirlo, no llegamos directos. Nos equivocamos en el trayecto puesto que tomamos la carretera CM-2023 en dirección a Albendea y, en vista que no veíamos ningún convento por el camino, decidimos repasar la dirección y ahí es donde comprobamos el circuito que teníamos en el cerebro. Como rectificar es de sabios, dimos la vuelta y esta vez sí fuimos por la vía correcta, concretamente la CM-2108 en dirección a Alcantud.
Aproximadamente a un kilómetro llegamos al monumento en cuestión. Fue levantado en 1525 en estilo gótico plateresco por iniciativa de D. Gil Hurtado de Mendoza, hermano de D. Diego Carrillo de Mendoza, tercer conde de Priego. Se encuentra parcialmente en ruinas, pero todavía conserva elementos muy llamativos. Con respecto a la iglesia, lo mejor preservado es la fachada sur, con espadaña de tres ojos y cubrimiento a dos aguas. Pero sin duda lo más espectacular del convento es su claustro formado por arcos de medio punto en roca arenisca. En su centro hay un pozo de sección circular del que se extrajeron algunas tallas de gran calidad, seguramente escondidas durante la Guerra Civil. Según la tradición la imagen de la Virgen apareció allí junto a un rosal, el cual se mantenía siempre verde y con hojas en invierno. Eran monjas concepcionistas franciscanas aquellas que lo habitaban.
El convento de San Miguel de la Victoria y sus vistas
Volvimos al vehículo para poner rumbo de nuevo a la CM-2023, pero esta vez dirección Cañamares. A dos kilómetros de Priego se encuentra el convento de San Miguel de la Victoria. Su nombre se debe a la batalla de Lepanto, donde el anteriormente citado conde de Priego D. Fernando Carrillo de Mendoza, prometió la fundación si sus hijos y él conseguían regresar con vida de la contienda. En 1574 se construyó sobre la ermita de San Miguel, de ahí la otra parte del nombre. El edificio actual no es el original ni tampoco su emplazamiento, pues debido al riesgo de desprendimientos se tuvo que cambiar de localización. Para ello se pidió ayuda al rey Carlos III, que aceptó la petición corriendo con los gastos. Por lo tanto, en el año 1777 se levantó el actual templo, obra del arquitecto Martín de Aldehuela. Cuenta con una iglesia barroca que posee una sola nave con planta de cruz latina. En su interior se venera la imagen del Santo Cristo de la Caridad, entregada por el rey Carlos III junto a otras obras del escultor José Salvador Carmona. Desde su ubicación existen unas vistas espectaculares del pueblo y del conocido estrecho de Priego.
De esta manera concluye nuestra excursión a este hermoso pueblo de la Alcarria. Ni qué decir tiene, recomendamos su visita completamente. Ya lo hemos mencionado durante estos días, el patrimonio natural, arquitectónico y cultural que ver en Priego es digno de admiración. Nosotros quedamos encantados, y nuestro amigo David Matas también. Esperemos volver pronto para disfrutar de alguno de sus múltiples eventos o festividades, y si nos podemos pegar una comilona igual de buena será ya de sobresaliente. Nos despedimos a las puertas del estrecho de Priego. A las puertas de la serranía de Cuenca. En un lugar sin igual.
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