Belmontejo, fuentes y capillas
Nos desplazamos a esa Mancha que linda con la Serranía, cerca del pantano de Alarcón. Belmontejo posee un patrimonio religioso importante. Además de dos capillas localizadas en diferentes puntos del núcleo urbano, la imponente iglesia de Nuestra Señora de la Asunción se puede encontrar en el punto más alto de la villa. Preparamos las piernas para comenzar la subida.
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Cómo llegar a Belmontejo
Nosotros aterrizamos en la localidad mediante una de las vías más conocidas de Cuenca, la N-420. Esta carretera discurre desde Montoro (Córdoba) hasta la ciudad de Tarragona, por lo que atraviesa buena parte del país. Ya en la provincia pasa por municipios tan importantes como Mota del Cuervo, Belmonte, La Almarcha, Villar de Olalla, Carboneras de Guadazaón o Cañete. La cercanía con esta vía hace de Belmontejo un pueblo excelentemente comunicado, pues se encuentra a escasos 45 kilómetros de la capital conquense. Consta de 135 habitantes (INE 2023), cifra que, como en la mayoría de localidades, se multiplica con la llegada del verano. En las inmediaciones del núcleo urbano se encuentra el trasvase Tajo-Segura.
Qué ver en Belmontejo
Llegamos un poco despistados, pues no encontramos demasiada información sobre el pueblo. Estacionamos en la calle La Plaza y desde ahí comenzamos a patear. No tardamos en localizar la calle iglesia para ascender hasta el monumento más importante del municipio. La iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción (s. XVI) se halla en el punto más alto del núcleo urbano. Su ubicación hace las veces de mirador, pues existe una hermosa panorámica de la villa y sus alrededores. Del edificio, en el exterior, podemos destacar los contrafuertes que se le añadieron a la fachada. Desgraciadamente no pudimos entrar dentro al encontrarse cerrada, una pena no haber podido disfrutar de las maravillas en su interior.
Desde aquí nos dejamos caer bordeando el pueblo por su parte septentrional. Sin quererlo hallamos un camino que nos condujo a un parque el cual, tras cruzarlo, daba pie a la capilla de San Benito, con dimensiones bastante reducidas. Una de esas sorpresas que tanto nos agradan. Continuamos bordeando el pueblo, esta vez por la parte oriental. Hacía una temperatura agradable, por lo que apetecía andar y poder observar bien todos los encantos de Belmontejo. Tras un rato de caminata vimos la fuente de La Lobera. Imaginamos que se llamó así por los orificios que hay situados detrás, en la roca.
De pronto estábamos en la parte más baja del pueblo, por donde habíamos pasado con el auto. Tras dejar atrás la parada de autobús, decidimos seguir la señal que ponía «centro urbano». Tocaba echar piernas en la subida. Primero por la calle La Vega, que dejamos rápido a un lado para seguir el cartel que indicaba hacia la casa consistorial. No tardamos en llegar por la calle Penosa. El ayuntamiento es un elegante inmueble de color blanco con algunos sillares que saltan a la vista en las esquinas y la puerta. Volvimos sobre nuestros pasos, de nuevo hacia La Vega, para encontrarnos con la segunda de las fuentes que existen en la localidad.
La plaza de la Fuente es un lugar emblemático que ver en Belmontejo, sobre todo si pensamos en el patrimonio civil que posee. El sitio ha sido reformado en varias ocasiones, pues aquí se encuentra un antiguo puente romano que ya difícilmente se puede intuir. La citada fuente es bastante hermosa y consta de una inscripción que lamentablemente no pudimos leer, y es que la cantidad de avispas era tal que no nos atrevimos a acercarnos mucho. Es posible que no parezcamos muy valientes contando esta anécdota, pero era algo exagerado.
Unos metros más adelante llegamos al edificio religioso que nos quedaba por contemplar. Se trata de la capilla de Nuestra Señora de la Victoria. Este templo de mampostería fue construido en 1984 cuando era sacerdote D. Jesús López Herráiz. A su lado un bello patio con plantas y árboles, además de una fuente que no daba agua.
Terminamos de subir la calle, donde esperaba el coche en La Plaza. Recorrimos un par de calles cercanas, pero entendimos que el grueso del pueblo estaba visto y bien pateado. Nos despedimos con la espinita clavada de no haber podido ver el interior de la iglesia, del cual hablan muy bien. Pero ya sabéis, siempre esta bien dejarse algo por ver. Perfecta escusa para volver.
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