Las torcas de los Palancares, naturaleza de otra época
Vamos a conocer uno de los parajes naturales más conocidos e increíbles que se pueden visitar en la provincia de Cuenca. En esta excursión fuimos acompañados por Reme y Alfonso, grandes amigos que nos ofrecieron hospedaje en su casa de Arcas e hicieron de guías en una magnífica ruta. Como hace tiempo que no publicamos en nuestra sección “Naturaleza”, hoy salimos con uno de los puntos fuertes de aquel día, las Torcas de los Palancares.
Contenidos del post
Cómo llegar a las Torcas de los Palancares
Salimos desde Arcas hasta tomar la carretera N-420 dirección Teruel y poco después de dejar atrás Mohorte entramos en el desvío que nos condujo hasta nuestro destino. Las Torcas se encuentran dentro del Monumento Natural Palancares y Tierra Muerta, el más extenso de Castilla-La Mancha y uno de los conjuntos kársticos más importantes que existen en nuestro país por su variedad y riqueza, tanto paisajística como geomorfológica. Pertenecen a la comarca de la Serranía Media-Campichuelo y Serranía Baja.
El conjunto de las Torcas de los Palancares está integrado por 30 depresiones de distintos tamaños. Aunque se formen en la superficie, tienen su origen en zonas de mayor profundidad. Las calizas subterráneas, a decenas de metros bajo el suelo, se vieron afectadas por la disolución, originando grandes cavidades en el interior de la tierra. Estas cavidades se agrandan hasta que dejan de ser estables, derrumbándose bruscamente y colapsando, creando el fenómeno natural que vemos ya en la superficie. Albergan una atractiva muestra de flora y fauna, incluyendo aves amenazadas, sabinares y pinares, además de la diversidad vegetal dentro de las torcas, fruto de las condiciones de humedad y umbría producidas en su interior. Se encuentran ubicadas en el Monte de los Palancares.
Rutas en las Torcas de Los Palancares
Existen tres itinerarios a elegir por el excursionista. La ruta corta tiene una distancia de 1,8 kilómetros, la media de 2,8 y la larga de 6,5. Siendo sus duraciones de media hora, una hora y dos horas, respectivamente. Nosotros, una vez aparcado el coche, nos dispusimos a recorrer la larga, siendo conscientes de que, por falta de tiempo, nos volviésemos sin completar la ruta. Son un auténtico espectáculo de la naturaleza. Su visita no deja indiferente a nadie. Pero no son los únicos accidentes geográficos de estas características que podemos ver en la provincia. En otros términos municipales como el de Lagunaseca es posible contemplar torcas.
Partimos siguiendo las señalizaciones correspondientes y pronto nos encontramos entre las dos primeras formaciones, el Torcazo y la Torca del Agua, a un lado y a otro del camino. Ambas con una extensión muy grande, pero no de las más atractivas visualmente hablando, pues la altura de su vegetación interior impide contemplar la depresión en todo su esplendor.
Seguimos el recorrido hasta llegar a la niña bonita, la Torca del Lobo. Impresionante maravilla de la naturaleza. A diferencia de la mayoría, se puede observar perfectamente su contorno e interior. Su nombre se debe a la leyenda del cazador Zacarías, que persiguió un lobo por estos parajes y, tras esconderse este en una torca, quedó a la intemperie en mitad de la noche y nevando. Al tiempo salió el lobo a ofrecerle cobijo en su cubil, a pesar de haber sido herido por un cartucho del cazador. Al volver al pueblo, Zacarías dejó la caza y cultivó durante muchos años su amistad con el lobo.
Anduvimos por el camino, cuyas pendientes se iban haciendo cada vez más pronunciadas, y al rato llegamos junto a la Torca del Tío Demetrio, parecida a las dos primeras. Unos metros más adelante observamos la Torca de los Avellanos, de mayor disfrute visual que la anterior, no tan poblada de vegetación. A pesar de que en algunas depresiones no se pueda ver el fondo, es también bastante impresionante tener, mientras observas en el borde, las copas de los árboles justo enfrente, dejando a la imaginación la enorme profundidad que pueden llegar a tener estos fenómenos paisajísticos.
Antes de llegar a la Torca Honda y a la Torca Aliagosa, paramos a mirar el reloj y decidimos dar la vuelta, pues había que visitar más lugares y el tiempo se nos echaba encima. Por lo tanto, volvimos hacia la Torca del Lobo y tomamos el camino de vuelta por el itinerario corto hasta desembocar en la Torca de la Escareluela, buen ejemplo de lo que citado anteriormente, llena de árboles a la altura del rostro. Regresamos bordeando la Torca del Agua, una de las dos primeras que contemplamos, para llegar de nuevo hasta la zona donde teníamos aparcado el coche.
Dada la premura que teníamos, fuimos motorizados hasta la Torca de la Novia, casi a la par de la Torca del Lobo en cuanto a belleza y espectacularidad, pero de menor tamaño. También posee una bonita leyenda la cual habla de una joven muchacha de Mohorte (o La Melgosa, no se sabe exactamente) a la cual habían arreglado una boda sus padres con un hombre rico de Cañada del Hoyo. La joven estaba enamorada de otro chico de su pueblo, que también le correspondía, por lo que el día de la boda, antes de llegar a Cañada del Hoyo, la muchacha se lanzó a la torca al no poder soportar la pena de casarse con otro hombre.
Ya con la memoria de la cámara prácticamente llena de la cantidad de fotografías que hicimos, nos desplazamos para ver el “pino Candelabro”, muy conocido entre los conquenses junto con el “pino Abuelo”. Singulares árboles de la especie “pinus laricio”, poseen alrededor de 400 y 500 años, respectivamente.
Tras esta última parte del recorrido, nos dirigimos a las lagunas de Cañada del Hoyo. Hasta aquí nuestra excursión a las Torcas de los Palancares. Queda agradecer de nuevo a Reme y Alfonso por acompañarnos y hacer de guías. Lo pasamos de lujo, al igual que el otro invitado de excepción que hubo, el taiwanés Paco, que pese a ir en chanclas y pincharse alguna vez los piés con los cardos, alucinó en colores y no paró de sacar fotografías al espectacular paisaje. Pronto contaremos más excursiones con ellos. Igual de geniales que la que terminamos de narrar.
SOBRE NOSOTROS
PUBLICIDAD