Belinchón, entre salinas y adoquines
Habíamos pasado millones de veces junto a esta localidad y por fin llegó el día de adentrarnos a explorarla. Belinchón está muy bien comunicado, pues la autovía A-3 circula junto a su núcleo urbano. Posee además numerosos encantos, por ejemplo sus diferentes edificios religiosos y civiles, los cuales conforman un patrimonio arquitectónico de primer nivel. También asombran otros los lugares como el manantial de La Piquera, sus conocidas salinas o un antiguo tramo adoquinado de la carretera N-III. Sin duda es un municipio que guarda muchas sorpresas para el visitante.
Contenidos del post
Cómo llegar a Belinchón
Como hemos citado antes, la manera de llegar a la localidad, al menos la más cómoda, es mediante la autovía A-3 o autovía de Valencia. Nosotros aterrizamos desde Madrid, y es que esta comunidad autónoma se encuentra a escasos kilómetros de Belinchón. También por esta gran arteria se llega en muy poco tiempo a la siguiente población, Tarancón. Si el viaje es más largo y se pretende llegar hasta Valencia, dejaremos atrás pueblos como Saelices, Montalbo, La Almarcha, Castillo de Garcimuñoz o Minglanilla. Posee una población de 383 habitantes (INE 2022). Situada en el oeste de la provincia, pertenece a la comarca de la Mancha Alta, aunque se halla cerca del límite con la Alcarria.
Qué ver en Belinchón
Tras tomar la salida que indicaba la población y continuar recto por una rotonda, giramos hacia la izquierda para seguir un camino y una intuición. Llegando desde la autovía siempre veíamos un pequeño templo en lo alto de un promontorio a mano izquierda. Allí que íbamos. Fuimos recto por el camino hasta que surgió un desvío a mano derecha, introducimos un poco el auto y al ver que el terreno no era muy propicio, decidimos bajarnos y seguir a pie. No tardamos en llegar a la ermita de San Cristóbal. Es una construcción sencilla, de pequeñas dimensiones. Lo mejor de todo son sus estupendas vistas.
De nuevo hacia el coche para ya adentrarnos en el núcleo urbano. Deshicimos el camino y, justo en la entrada del pueblo, paramos de nuevo el auto. Nos topamos sin querer con la ermita de San Isidro. Deducimos que se llama así por el nombre de la calle aneja. Hablamos de un templo con unas dimensiones muy parecidas al anterior y también con planta cuadrada.
Bajamos por la calle Mayor hasta la casa-palacio Salazar. Es sin duda una de las manifestaciones más importantes del patrimonio civil de Belinchón. Consta de dos plantas, destacando en su fachada la estupenda rejería de ventanas y balcones, además del escudo nobiliario ubicado sobre la puerta. Todavía no habíamos aparcado y llevábamos vistos unos cuantos puntos de interés. Finalmente giramos por la calle Emilio Ruiz Malo y desembocamos en la plaza de la Constitución. Estacionamos.
Antes de la plaza, junto a un bar en el que tomamos un refrigerio y lamentamos no acordarnos del nombre, existe una bella fuente con dos caños y una farola. Ya en el centro neurálgico de la localidad, contemplamos el maravilloso edificio del ayuntamiento (s. XVIII). Antaño fue la casa-palacio de D. Francisco Álvarez de Toledo y también tuvo uso de cárcel y pósito. Merece la pena reseñar su espléndida fachada con soportales y balconada de madera sujeta mediante columnas. Culmina la obra, en el margen derecho, la torre del reloj. El centro de la plaza lo ocupa otra fuente coronada con farola. En el extremo opuesto a la casa consistorial, subiendo unas escaleras, existe un monumento dedicado al folclore y las tradiciones danzantes, muy importantes en la villa.
Por calles como Hospital y San Miguel desembocamos en el parque del Santísimo Cristo Arrodillado, ya en el límite oriental del casco urbano. Este acogedor espacio verde lo preside el mayor templo de Belinchón. Nos referimos a la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel. Posee tres naves con ábside poligonal cubierto por bóveda de crucería. Merece la pena reseñar la espectacular portada en la fachada sur, además de los poderosos contrafuertes que rodean sus muros. Fue declarada Monumento Nacional en 1972.
A través de las calles Calvario y Embudo salimos a un cruce en el cual torcimos a la derecha. Bajando una cuesta llegamos al vistoso cementerio municipal. Deshicimos nuestros pasos por la misma calle para coger a de nuevo a mano derecha el camino que nos condujo hasta un hermoso paraje natural. Es el manantial de La Piquera. Antes de llegar suben unas escaleras por el lado contrario hacia un lavadero. Una zona verde muy coqueta, aunque con algunos desperdicios que la afeaban un poco. Nos encantan los pueblos con estos parajes escondidos tan encantadores.
Decidimos volver al auto para aventurarnos en busca de la carretera perdida. Por casualidad, dimos con una información que indicaba el paso de la antigua carretera N-III por el pueblo. Pero es no es lo curioso. El valor añadido es que es un tramo adoquinado, algo que no habíamos visto nunca. Resulta que la antigua carretera que conectaba Madrid con Valencia tenía un tramo adoquinado en Belinchón. Y no un tramo cualquiera, ya que tiene dos curvas cerradas bastante interesantes. De este modo salimos en su busca.
Se llega rápido porque solamente hay que tomar una de las salidas de la rotonda mencionada al principio del post, en la entrada de la villa. Después de tramear, llegamos junto a las instalaciones polideportivas del municipio. Muy completas. Incluso tenían gradas. Pensamos en visitar las célebres salinas, pero entre que no estábamos seguros de su ubicación y que se nos hacía tarde, decidimos dejarlo para otra ocasión. Así ya tenemos excusa para volver.
De este modo, pusimos punto y final a la estupenda visita que hicimos a Belinchón. A partir de ahora, cada vez que pasemos de camino a nuestro pueblo, recordaremos sus muchos encantos. Recomendamos encarecidamente dejarse caer por esta localidad. Merece mucho la pena. No defrauda.
SOBRE NOSOTROS
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Se han olvidado de sus gentes : buenas y muy acogedoras !!!!!!!
¡Toda la razón del mundo, Juan! Nuestras disculpas. ¡Un saludo!
Yo soy de Madrid y me he criado en ka ciudad y pasaba un poco del campo
Ahora tengo casa en Belinchon por parte de mi marido y a su vez de mi suegro y sus padres, el pueblo, sus gentes ahora mis amigos me encantan y valoro mucho Lis paséis por el campo, te llenan de paz
Y hasta me encanta coger una silla y salir a hablar un rato con mis vecinas/amigas
Nos alegramos mucho, Amparo. Los pueblos son lo mejor. ¡Un saludo!
Pueblo pequeño pero muy acogedor, mis padres nacieron y se criaron hasta que emigraron a Madrid. Mi hermano y yo pasábamos los veranos con los abuelos.
Gracias por el comentario, Juan Antonio. Es un pueblo estupendo. Un saludo.