Ruta por la ciudad de Toledo
Tocaba visitar la capital de Castilla-La Mancha. Estábamos tardando. Toledo es el mayor foco de turismo en toda la comunidad autónoma. La conocida como ciudad de las Tres Culturas, absorbe al visitante en un sinfín de monumentos y edificios esplendorosos, por ello es Patrimonio de la Humanidad. Historia, literatura, artesanía, pintura y gastronomía, todo ello bañado por las aguas del río Tajo.
Cómo llegar a Toledo ciudad
La manera más cómoda de llegar, sobre todo si venimos de Madrid como nosotros, es por la autovía A-42 o de Toledo. Se trata de un trayecto corto, pues la distancia que separa las dos ciudades es de 70 kilómetros, aproximadamente. Otras carreteras que salen de su núcleo urbano o atraviesan su término municipal son la TO-22, la CM-40, la N-403, la CM-4000, la CM-4013 o la TO-3100. Nosotros tomamos la salida 68B desde la A-42, a través de la cual salimos a la avenida de Madrid. Posteriormente seguimos por la calle Marqués de Mendigorria, continuando por Cardenal Tavera. Finalmente desembocamos en la glorieta de la Reconquista y tomamos la avenida Carlos III para terminar en el paseo del Circo Romano. Allí estacionamos el auto en un aparcamiento y nos dispusimos a zascandilear por la gran capital.
Qué ver en Toledo ciudad
Salimos directos a ver los restos del circo romano, los cuales eran bastante escasos. Tras el abandono y ruina de esta construcción, se convirtió en cementerio de la localidad en diferentes épocas, tanto de dominio musulman como cristiano. Tras tomar el paseo de los Canónigos, salimos a la glorieta de la Reconquista. Ya desde la calle Alfonso VI observamos la puerta de Alfonso VI o Vieja de Bisagra (s. X). Es de origen musulmán, siendo reformada en el siglo XIII. Tuvimos una fuerte tentación, pero salió el espíritu zascandil. No subimos por las escaleras mecánicas.
Varios metros más adelante, contemplando la elegante muralla en todo momento, llegamos a la puerta Nueva de Bisagra. Hablamos del principal acceso al Casco Antiguo de Toledo, a través del Camino Real de Castilla. La construcción actual es de Alonso de Covarrubias, arquitecto del emperador Carlos V, y data del siglo XVI. Empezamos a prepararnos. Venían cuestas.
Seguimos la calle Real del Arrabal, dejando atrás la bella iglesia de Santiago del Arrabal. Comenzó la pendiente, topándonos con la conocida puerta del Sol. De su estructura original, entre los siglos X y XI, solo se conservan los arcos de herradura del interior. Ejemplo de arquitectura militar mudéjar, fue reedificada por el arzobispo don Pedro Tenorio. Tocaba continuar cuesta arriba.
Al final los esfuerzos merecen la pena y, pese a las inclemencias del tiempo, la ubicación nos ofrecía espectaculares panorámicas. En las inmediaciones de la calle Venancio González disfrutamos de un excelente mirador. Las vistas de los arrabales de Las Covachuelas y La Antequeruela nos parecieron magníficas. Pasamos junto al palacio de Congresos y después por el museo de Santa Cruz (s. XVI), antaño importante hospital fundado por el cardenal Mendoza. Se convirtió en museo en el siglo XIX.
Al poco tiempo desembocamos en uno de los espacios más conocidos de Toledo, la plaza de Zocodover. Su nombre proviene del árabe y significa "mercado de bestias de carga". Antiguo centro neurálgico de la ciudad, ha sufrido multitud de desperfectos y remodelaciones a lo largo del tiempo. A día de hoy podemos decir que es uno de los lugares con más vida. Son muchos los espectáculos y festejos que se celebran en Zocodover.
Desde la plaza de Zocodóver tomamos la cuesta de Carlos V para desembocar en uno de los símbolos de Toledo, su Alcázar. Nos encontramos en la parte más alta de la ciudad. El actual edificio fue ordenado construir por Carlos V sobre un antiguo castillo medieval. Destacan elementos como sus cuatro fachadas renacentistas o, ya en el interior, el patio y la escalera. Ha sufrido a lo largo de la historia multitud de reconstrucciones, la última tras la Guerra Civil. Actualmente alberga el museo del Ejército y la biblioteca de Castilla-La Mancha.
Rodeamos el monumento hasta la calle Unión. Junto a una de sus entradas existe un hermoso parque, el cual conduce al mirador del Azor. Sobran las palabras, pues las vistas desde esta posición son espléndidas. Terminamos de observar el Alcázar desde todos sus perfiles y retornamos a la plaza de Zocodover. Escogimos la calle Comercio para continuar el zascandileo. Visitamos hermosas plazas como la del Solarejo y la Mayor, y puntos de interés como el teatro de Rojas o la mezquita de Tornerías, actual Centro de Promoción de Artesanía de Castilla-La Mancha. A estas alturas, todos nuestros pasos giraban en torno a la maravilla de Toledo.
Exacto. La catedral Primada, consagrada a la Virgen María en su Asunción a los cielos, es uno de los templos más impresionantes y espectaculares que hay en España. De estilo gótico, consta de 5 naves con 88 columnas y 72 bóvedas. Se comenzó a levantar en 1227 por orden del arzobispo D. Rodrigo Ximénez de Rada, en pleno reinado de Fernando III el Santo. La obra se culmina en 1493. Es recomendable la visita guiada, pues posee innumerables encantos. Por destacar algunos: Capilla Mayor, Capilla de San Blas, Coro, Sala Capitular o la Sacristía Mayor, con el "El Expolio", de El Greco.
Seguimos bordeando el templo por la calle Hombre de Palo y después por Arco de Palacio hasta desembocar en la plaza del Ayuntamiento. Sin duda uno de los espacios más hermosos de Toledo. Dos construcciones destacan, además de la catedral, en este lugar. Primero el palacio Arzobispal, del cual merece la pena reseñar su bella portada del siglo XVI, obra de Alonso de Covarrubias. Segundo el ayuntamiento de la ciudad, cuya fachada principal simétrica es digna de admirar. Su frontón triangular o los capiteles barrocos destacan sobremanera. El actual edificio se comenzó a levantar en el siglo XVI.
Bordeando la catedral salimos a la calle del Barco, mediante la cual desembocamos en la plaza del Colegio de Infantes, donde se haya el inmueble homónimo, es decir, el colegio de Infantes. Muy destacable su portada. Continuó la bajada por plazas como Fuentes y Don Fernando hasta que llegamos a un paisaje maravilloso.
Solo había un protagonista, el río Tajo. Se hacía como una especie de presilla donde el agua permanecía en continuo movimiento. De hecho, tuvimos a lo lejos un ave compañera que se paró en una roca para saludarnos. Aquí decidimos hacer un alto, contemplando un paisaje que otorga a la ciudad aún más valor añadido. Al increíble patrimonio arquitectónico y cultural, es conveniente sumarle el patrimonio natural. Un diez.
Subimos cuesta arriba de nuevo hacia la catedral. Era hora de comer y nos decantamos por la recomendación de nuestra amiga Estefanía. La Mona Bar, en la calle Tornerías, fue nuestro destino. Lo recomendamos completamente, comida y trato sobresalientes. Salimos a buscar un sitio para tomar café. Nos recomendó el zascandil Alfonso la Sala Pícaro, a la que llegamos tras cruzar la plaza de la Ropería. Desgraciadamente, estaba cerrada. Pasamos de largo la iglesia de San Nicolás y tomamos la calle de los Alfileritos. Desembocamos en la plaza de San Vicente y, de pronto, su segunda y grandiosa propuesta. El Círculo de Arte de Toledo fue nuestro destino.
Nos encantó. No solo el café que tomamos, sino el lugar. Esta asociación cultural se ubica en la antigua iglesia de San Vicente, destacable por su bello ábside semicircular. Alberga todo tipo de eventos y actividades como exposiciones o conciertos. Una maravilla. Seguimos por la calle Alfonso X el Sabio hasta que desembocamos en uno de los templos más destacables de la ciudad, la iglesia de los Jesuitas o de San Ildefonso (s. XVII-XVIII).
Este templo de estilo barroco posee unas considerables dimensiones. Destaca su poderosa fachada simétrica de dos torres. En su interior podemos admirar la gran cúpula, además de hermosos retablos y capillas. Tras abonar la entrada, se nos permitió subir a lo alto para contemplar las vistas. Lo recomendamos encarecidamente, pues la panorámica es magnífica. Nos encontrábamos en la plaza del Padre Juan de Mariana.
Giramos para entrar en la calle San Román, mediante la cual aterrizamos en la plaza homónima. Tres edificios de interés en los alrededores: el convento de San Pedro Mártir, que posee un interesante claustro, el convento de San Clemente y la iglesia de San Román, la cual alberga el museo de los Concilios y de la Cultura Visigoda. Cruzamos a la cercana plaza de Padilla, lugar del monumento al conocido hidalgo castellano.
No tardamos en llegar a la siguiente plaza, Santo Domingo el Antiguo. Allí se ubica el conocido monasterio homónimo. De esta joya merece la pena reseñar las pinturas de El Greco, así como su tumba y algunos documentos del famoso pintor cretense. También podemos apreciar obras de otros autores, además de otro tipo de documentación histórica, como el testamento de Pedro I de Castilla. Aneja, la hermosa parroquia de santa Leocadia. A cada paso nos encontrábamos con una delicia arquitectónica.
Tomamos la cercana cuesta de Corchete para desembocar en la plaza del Cardenal Silíceo, morada de otro importante inmueble. Hablamos del Real Colegio de Doncellas Nobles (s. XVI). Destaca su iglesia barroca, que alberga el sepulcro del creador de esta fundación educativa, el Cardenal Silíceo; así como el patio y la Sala Rectoral. Por la calle Colegio de Doncellas contemplamos la ermita de Santa Ana y cruzamos por el llamativo pasadizo del Cobertizo de las Doncellas. La plaza de la Cruz nos esperaba, aunque decidimos cambiar la ruta y dar media vuelta.
Pasado el Colegio de Doncellas tomamos la calle Pintor Matías Moreno. Tras un agradable paseo llegamos a uno de los edificios más importantes de Toledo, el monasterio de San Juan de los Reyes (s. XV). Fue ordenado construir por los Reyes Católicos para conmemorar la victoria en la batalla de Toro, crucial en el desenlace de la Guerra de Sucesión. Se trata de uno de los mejores ejemplos del estilo gótico hispano-flamenco, siendo la traza general de su construcción obra de Juan Guas. Mención especial merece el espectacular claustro, decorado magistralmente. La iglesia es de una sola nave con capillas laterales. Consta de abundante decoración en la capilla mayor y el crucero. Según las crónicas de la época, en un primer momento, fue deseo de la reina ser enterrada en este lugar. Aunque, como bien se sabe, años después dispuso en su testamento recibir sepultura en la ciudad de Granada.
Tomamos la calle de los Reyes Católicos. A los pocos metros nos topamos con la escuela de Artes y Oficios, inmueble con vistosa fachada liderada por un gran escudo de los Reyes Católicos. Nos asomamos a la cercana sinagoga de Santa María la Blanca. Se levantó en el siglo XII, aunque fue reedificada posteriormente, teniendo diversos usos a lo largo de la historia. Cinco naves en su interior donde destacan los pilares ochavados bajo arcos de herradura y la sublime decoración. Por supuesto, el característico color blanco. Referente del arte almohade en nuestro país.
Enfilando la misma calle de los Reyes Católicos nos maravillamos con la llamativa arquitectura del barrio. Finalmente salimos a un espacio amplio, el conocido paseo del Tránsito. Casi sin quererlo dejamos atrás el museo Sefardí. La sinagoga del Tránsito alberga su exposición permanente, dedicada a explicar la historia del pueblo judío en España. El templo está considerado como una de las sinagogas medievales más hermosas y mejor conservadas del planeta.
Recorrimos el agradable parque de la zona, acercándonos al mirador existente. Las vistas nocturnas llamaban la atención, en especial el edificio de las Cortes de Castilla-La Mancha. Su iluminación era preciosa. Subimos hasta la plaza del Conde, hogar del palacio de Fuensalida. Continuando un poco más cuesta arriba, desembocamos en la iglesia de Santo Tomé. Hace las veces de museo, y es que guarda un tesoro en su interior. Nos referimos a "El Entierro del Señor de Orgaz", obra cumbre de El Greco. Uno de los cuadros más conocidos e importantes de nuestro país.
En alguna que otra ocasión la gente debió pensar que estábamos alelados, pues íbamos mirando el suelo de cuando en cuando. La razón se debe a los focos que iluminaban nuestros pies con señales que indicaban nuestra localización, la judería. No tardamos en seguir por la calle Santo Tomé y llegar a la iglesia del Salvador. Antaño, hacia el siglo IX, fue mezquita. Alberga en su estructura restos de edificios de época romana y visigoda.
Tras dejar atrás la plaza del Salvador, cogimos la calle de la Trinidad para dar de nuevo con la plaza del Ayuntamiento. No hay mucho más que decir, a partir de aquí nos dedicamos a contemplar otra visión de los monumentos vistos, y comentados, anteriormente en posts anteriores de nuestra ruta por la villa. Si Toledo es preciosa de día, de noche es mágica. Las luces que iluminan maravillas como la catedral, aportan un valor añadido muy importante a la ciudad.
Bordeamos la catedral Primada hasta la plaza Mayor. Nos dio las buenas noches un teatro de Rojas espectacular. Calle de las Tornerías hasta calle del Comercio y luego Zocodover. Comenzó la bajada hasta salir del casco antiguo en busca del auto.
La puerta de Nueva Bisagra nos despidió deseando un pronto regreso. Lo habrá. Toledo es la capital de Castilla-La Mancha por algo. Recomendar la visita a la ciudad es una perogrullada. Lo más seguro es que si estás leyendo esto la hayas visitado alguna vez, en ese caso te instamos a volver. Si no lo es, craso error. La Ciudad de las Tres Culturas aguarda con los brazos abiertos. Sus templos, museos y monumentos suponen un conjunto urbano del que pocas ciudades pueden presumir, estando, además, abrazado por el río Tajo. Palabras mayores. Prendados de Toledo para siempre.