Molina de Aragón, historia de un señorío
Como si hubiésemos utilizado una máquina del tiempo para viajar a la Edad Media. Esta espectacular villa nos esperaba con un patrimonio arquitectónico declarado Conjunto Histórico-Artístico. Y no es para menos. Molina de Aragón son palabras mayores. Es capital del señorío homónimo, que a su vez da nombre a la comarca de Guadalajara donde se ubica. Resulta imposible quedarse con un solo rincón de esta maravilla. Te invitamos a zascandilear por su casco urbano repleto de iglesias y palacios, por su célebre castillo y por el mágico santuario de la Virgen de la Hoz. Un nivel muy difícil de superar.
Contenidos del post
Cómo llegar a Molina de Aragón
Nosotros aterrizamos en la localidad por la carretera CM-210. Esta nace en la provincia de Cuenca, concretamente en Villar de Domingo García. Atraviesa la Alcarria y la serranía de Cuenca por pueblos como Torralba, Albalate de las Nogueras, Cañizares o Beteta. Posteriormente se adentra en el parque natural del Alto Tajo, dejando atrás varias localidades como Poveda de la Sierra o Taravillas. Esta carretera no termina en Molina de Aragón, pues sigue hasta Calatayud (Zaragoza), aunque en la comunidad autónoma de Aragón cambia su identificación. La vía más importante que atraviesa el municipio es la N-211. Discurre desde la autovía A-2, a la altura de Alcolea del Pinar, hasta Fraga, ya en la provincia de Huesca. Pasa cerca de interesantes localidades guadalajareñas como Luzón, Anquela del Ducado o El Pedregal. También es posible desembocar en Molina de Aragón por las carreteras GU-958 y GU-418. Posee una población de 3234 habitantes (INE 2022), los cuales pertenecen a la comarca del señorío de Molina.
Qué ver en Molina de Aragón
Tras adentrarnos en la localidad, decidimos estacionar el auto junto al río Gallo. Nada más pisar la calle contemplamos al fondo la primera de las maravillas arquitectónicas de Molina. Nos referimos a su puente románico, también conocido como puente Viejo. Destaca por el caracterizo color rojizo de los sillares de piedra arenisca que lo conforman. Fue restaurado por el rey Felipe IV.

El puente Viejo de Molina de Aragón
Tomamos el paseo de los Adarves hasta llegar al palacio de los Garcés de Marcilla, el cual alberga en nuestros días un negocio de hostelería. De la calle Chorro pasamos a la calle Tejedores, que nos condujo directa al palacio del Virrey de Manila o palacio de D. Juan Valdés y Tamón (s. XVIII). Merece la pena reseñar el blasón familiar de su portada, así como sus pinturas murales.

Palacio de D. Juan Valdés y Tamón
Ya en la calle Las Tiendas asomó ante nosotros el templo más antiguo de Molina de Aragón, nos referimos a la iglesia de San Martín (s. XII). Conserva en su interior elementos del estilo románico, como una portada y los restos de su ábside. En el siglo XIX se produjo una remodelación, gracias a la cual se añadieron elementos como la portada o su elegante torre. A escasos metros hallamos la Oficina de Turismo. Además de tratarnos estupendamente, nos recomendaron visitar el castillo sin demora, pues su horario de apertura estaba cerca de concluir.

Iglesia de San Martín
Pusimos rumbo a la parte más alta de la villa. Primero admiramos, entrando desde la citada calle Las Tiendas, la plaza de San Pedro. Preside el espacio su templo homónimo, es decir, la iglesia de San Pedro. De estilo renacentista, resulta preciso resaltar la belleza de su espadaña mudéjar. Seguimos subiendo por la calle Enseñanza hasta desembocar en la carretera N-211. Justo enfrente teníamos el símbolo del Conjunto Histórico-Artístico de Molina de Aragón: su Castillo.

Iglesia de San Pedro
Castillo de Molina de Aragón
Estamos hablando del segundo recinto amurallado medieval más grande España. Ojo al dato. El castillo se ubica sobre una antigua alcazaba musulmana del siglo X. Dos centurias después fue reconstruido por los señores de Lara en el siglo XII y ampliado en el XIII.

Vista panorámica del Castillo de Molina de Aragón
Iniciamos nuestra visita entrando por la puerta del Reloj y accediendo al albacar de la fortaleza. A escasos metros nos topamos con los restos de la antigua iglesia del Cristo de las Murallas (s. XII-XIII), de estilo románico y planta basilical. Comenzamos a ascender por la ladera, pasando junto a la cueva de la Mora, origen de diversas leyendas. A mano izquierda observamos los restos de una antigua torre islámica. Finalmente llegamos a la puerta del Patio de Armas, flanqueada por las torres del Homenaje y de San Antón.

Puerta del Patio de Armas y Torre del Homenaje
Comenzamos el recorrido por esta primera, ya que se puede subir a la muralla e ir bordeando su perímetro. Le siguieron las torres de Doña Blanca y de Veladores, siendo esta última de planta pentagonal. Como nota destacable, mencionar que se es posible ascender hasta dos pisos en estas tres primeras torres, lo cual proporciona unas vistas de la localidad insuperables.

Vista a la torre de Veladores
En el otro lado del patio de armas, al norte, se haya la torre de Baluarte, así como la torre de la Zarza. Estas dos son de menor altura que las anteriores, levantándose poco más del nivel de la muralla. Finalizamos el recorrido en la citada anteriormente torre de San Antón, en la cual también se puede subir e incluso contemplar algunas estructuras de madera muy interesantes en su parte más alta, ya que posee cubierta de teja.

Vista desde la torre de la Zarza al patio de Armas y las torres de Doña Blanca y Veladores
En el centro del patio de armas se puede observar el aljibe musulmán, que data del siglo XI, así como varias excavaciones arqueológicas de interés, las cuales han ido revelando los distintos niveles de ocupación. Tras nuestra salida por la puerta del Patio de Armas, pudimos admirar en el perfil derecho la puerta de la Traición, que protegía el trayecto hacia la torre de Aragón. Esta última cumplía funciones de vigilancia y se encontraba solitaria aún más al norte de la forteleza.

Torre de Aragón
Comenzó nuestro descenso directo hacia otro espacio de interés en el pueblo. Ante nosotros apareció la preciosa plaza de Santa Clara. Alberga el tesoro románico más preciado en Molina de Aragón: la iglesia de Santa Clara (s. XIII). Levantada con sillar rojizo, posee única nave con planta de cruz latina, bóveda de crucería y ábside semicircular. Merece la pena reseñar su preciosa portada de influencia francesa.

Iglesia de Santa Clara
El zascandileo prosiguió por la calle Martínez Izquierdo. No tardamos en toparnos con la iglesia de San Felipe (s. XIX), aneja al oratorio homónimo. Justo delante se encuentra el palacio de Los Molina (s. XVI), actual hospedería. Subimos toda la calle San Felipe hasta su final, para doblar por la paralela calle del Carmen. En el tramo final que de estas dos vías, ya casi en la N-211, se localiza la ermita del Carmen. Fue ordenada construir por D. Antonio Velázquez, regidor de la villa, concluyendo las obras en 1729.

Maravillosas vistas de Molina de Aragón desde el Castillo
Bajamos por la calle del Carmen hasta la calle Doctor Don Antonio López Ayllón Gaona, donde se halla el antiguo Colegio de Escolapios (s. XVIII), actual centro cívico. Delante se ubica la escultura del Capitán Arenas. Bajamos al paseo de los Adarves para volver a tomar la calle Chorro y después la calle del Capitán Arenas. Nos esperaba la iglesia de San Gil. Sufrió un terrible incendio en 1915, volviéndose a levantar en 1924.

Antiguo colegio de los Escolapios
Continuamos recto por la misma calle hasta que varios edificios de interés nos rodearon. Primero fue el palacio de los Arias (s. XIX), con su escudo nobiliario en la portada. Delante la antigua iglesia de San Miguel, de estilo renacentista. Y al fondo, compartiendo vía con la calle Cuatro Esquinas, el palacio del Marqués de Villel (s. XVI). Uno de los rincones más bellos de la localidad.

Antigua iglesia de San Miguel
Tomamos la citada calle Cuatro Esquinas hacia arriba para toparnos con el palacio de los Montesoro, inconfundible por su elegante fachada de color azul. En pocos metros nos encontrábamos en la plaza de España, lugar donde se localiza el ayuntamiento de Molina de Aragón. Nos disponíamos a recorrer los barrios de la judería y la morería.

El palacio de los Montesoro, con su característica fachada azul
Una villa con judería y morería
Justo al comienzo de la calle de Arriba se encuentra la iglesia de Santa María del Conde, en la cual destaca su bella portada alojada entre contrafuertes. Fue fundada por el primer señor de Molina, D. Manrique de Lara. Hoy posee uso administrativo. Paseamos por las calles Arriba y Abajo, es decir, judería y morería, admirando las casas y el ambiente medieval que las recorren. Ambas culminan en la plazuela del Baño, poco antes de la puerta del Baño. Cruzamos un puente cercano sobre el río Gallo para retornar por el otro margen.

Edificio ubicado en la judería
Siguiendo la calle Hospital desembocamos en el palacio del Obispo. Merece la pena reseñar en su fachada el balcón y el escudo de armas en su parte superior. A lo lejos se intuía ya el espectacular convento de San Francisco. Situado en la plaza homónima, destaca por encima de todo su portada neoclásica y la impresionante torre del Giraldo (s. XVIII) que posee su iglesia. A día de hoy alberga museos y exposiciones de mucho interés.

Iglesia y convento de San Francisco
De esta manera, retornamos al coche, pero nuestra historia de amor con Molina de Aragón no termina aquí. Nos queda la visita a un lugar muy especial. Esta a 11 kilómetros. Si sigues con nosotros te garantizamos que merecerá la pena.

Molina de Aragón está lleno de rincones con vistas preciosas
El santuario de la Virgen de la Hoz
Salimos dirección Ventosa por la carretera GU-958. Con el paso de los kilómetros la naturaleza nos iba absorbiendo, siempre en paralelo al río Gallo. Finalmente llegamos a nuestro destino. El santuario de la Virgen de la Hoz es un lugar mágico. En gran parte por su ubicación, pues se halla enclavado entre enormes rocas de piedra arenisca, dentro del conocido barranco de La Hoz. El conjunto arquitectónico lo conforman templo y hospedería. La ermita es preciosa, recomendamos pasar a la Gruta de la Aparición. El nombre se debe a que, en este lugar, un pastor se encontró la imagen de Nuestra Señora de la Hoz mientras buscaba una oveja extraviada. Esta imagen estaba escondida en la naturaleza para que no fuese destruida por los árabes.

Santuario de la Virgen de la Hoz
El templo es de construcción sencilla, con nave única, pero también con varios detalles interesantes como su bello retablo mayor barroco del siglo XVIII. El ambiente de paz que se respira en este lugar es para sentirlo. Nos vino bien esta sensación, porque nos esperaba un trabajo de piernas importante para ascender a los miradores del barranco de la Hoz.

Vistas de la ermita y hospedería desde las alturas
El río Gallo, en pleno parque natural del Alto Tajo, ha ido moldeando con los siglos este paisaje de cuento. Tras dejar atrás el santuario, siguiendo las indicaciones, comienza a mano derecha la empinada ascensión a las alturas. Fusionándonos con las rocas y la flora, escalón a escalón, fuimos quedando maravillados con semejante paraje natural. Una bendición para los ojos. La ascensión en sí es un mirador constante, pero posee varios destacados y acondicionados para ofrecer unas fotografías de auténtico lujo.

Vistas desde los miradores del Barranco de la Hoz
Tras varios minutos de peldaños, llegamos al final. Varios carteles informativos nos ofrecen explicaciones sobre lo que se encuentra ante nuestros ojos. El origen de semejante capricho de la naturaleza. De este modo, concluimos nuestra visita tras descender al parking ubicado junto a la hospedería y marchar rumbo a casa. Difícil olvidar esta visita a Molina de Aragón. Tiene pinta de que va a perdurar en el recuerdo para siempre, posicionándose como uno de los zascandileos más bellos realizados desde que abrimos el blog.

Llegamos al fin de la ascensión y al fin de nuestro post
SOBRE NOSOTROS
PUBLICIDAD