Poyatos, la serranía de Cuenca más medieval
Apetece subir al norte para visitar la serranía de Cuenca. En concreto, un pueblo que es una auténtica belleza, no solo por su conjunto arquitectónico, sino por el paraje natural en el que se ubica. Poyatos se cruzó con nosotros cuando concluía una intensa jornada de zascandileo. Bendito final de jornada. Nos dejó prendados de principio a fin, probablemente por ese aire medieval que se respira en sus calles.
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Cómo llegar a Poyatos
Llegamos a la localidad desde Tragacete por la carretera CM-2201, para después desviarnos en Masegosa cogiendo la CUV-9031. Tras dejar atrás Lagunaseca y Santa María del Val, le tocó el turno a Poyatos. El siguiente y último pueblo por el que pasa esta vía es Fuertescusa. 74 habitantes (INE 2023) conforman una población dedicada, fundamentalmente, a la ganadería, la agricultura y la explotación forestal. Atraviesa su término parte de los 60 kilómetros de recorrido que posee el río Escabas, conocido por el antiguo oficio de los gancheros. Pertenece a la comarca de la serranía Alta de Cuenca.
Qué ver en Poyatos
Tenemos que reconocerlo, no íbamos sobrados de fuerzas y ánimo cuando llegamos al municipio. El día había sido largo y buscábamos un bar para poder recuperarnos, aunque fuera un poco. Descendiendo la carretera hacia la villa observamos tres lugares importantes: helipuerto, frontón y cementerio. No bajamos del auto. Sí lo hicimos para observar y fotografiar detenidamente una maravillosa fuente romana localizada justo en la entrada. Su caño, tallado en piedra, abastece agua de una arqueta resguardada tras una bonita reja. El borde de esta primera parte de la fuente es ovalado, con multitud de agujeros realizados al depositar los recipientes seleccionados para contener el agua. La parte izquierda de la fuente, más ancha, era utilizada antiguamente para limpiar la ropa a mano. Destaca la magnífica piedra de sillería de todo el conjunto.
Vista la primera joya del pueblo, decidimos aparcar en un lugar más decente y nos adentramos en su núcleo urbano. La calle Juego de Bolos, zona norte de la localidad, fue la seleccionada para dejar descansar el bólido. Salimos raudos a la caza del bar. Mientras caminábamos nos llamó la atención el espectacular “campo de fútbol”. Utilizamos las comillas porque es una explanada de césped con dos porterías en los extremos, pero estamos seguros de que hizo/hace/hará las delicias de los peloteros más jóvenes.
Continuamos en busca del refrigerio. No nos percatamos del proceso de cambio surgido en nuestro organismo, ya que la prioridad se modificó a pasos agigantados. El bar cayó en el olvido, aflorando una sensación de gozo ante las vistas que presenciamos en vías como la calle Perchel, Eras o de la Fuente. Desde la calle San Roque subimos finalmente a uno de los lugares más especiales de la provincia de Cuenca. Poyatos fue declarado Conjunto Histórico en el año 2001, gracias en gran parte a esta plaza donde se ubican los monumentos más representativos del pueblo. Arte medieval por los cuatro costados.
La iglesia parroquial de Santa María Magdalena, de estilos gótico y renacentista, fue construida en dos etapas durante los siglos XV y XVI. La segunda se realizó gracias al impulso de D. Miguel Muñoz, nacido en Poyatos y obispo de Cuenca en 1547, el cual otorgó a la villa multitud de mejoras y, en definitiva, los mayores años de esplendor. En su exterior merece la pena destacar la portada con arco de piedra y la hermosa espadaña que corona el templo. Tres naves dividen su interior. La central está cubierta con bóveda de terceletes, mientras que las laterales poseen bóvedas de crucería.
Otro de los edificios más significativos de la plaza Mayor es el Ayuntamiento (s. XVI). Compuesto de dos plantas, destaca su fachada con una amplia balconada de madera sujeta por cuatro columnas cilíndricas de piedra. No podemos obviar tampoco, uno de los monumentos que más acentúan ese carácter medieval de Poyatos, el Arco del Concejo (s. XV-XVI). Antigua puerta de entrada a la villa, posee en su interior, además de poyetes para el asiento a cada lado, una puerta que otorga acceso al atrio de la iglesia.
Por último, la cuarta pata que sostiene este conjunto de construcciones medievales, la muralla de la fragua. Hablamos del lugar donde se encontraba antiguamente la herrería, en la cual tenían los trabajadores ubicada su fragua. Estos restos conservados pertenecen al recinto amurallado que se alzaba imponente en el siglo XV. En el año 1999 sufrió una profunda renovación, incluido el torreón en esquina, la cual dio lugar a su hermoso aspecto actual.
Se hacía de noche y nos faltaba un largo camino hasta volver a nuestro cuartel general en Horcajada de la Torre, además teníamos pendiente ese refrigerio. Faltaron por ver el molino, el puente medieval o los restos de la ermita de la Virgen de Poyos. Además hay que sumarle un buen paseo por la hoz del río Escabas. Sabemos que no son pocas cosas, por lo que la vuelta está garantizada. Quizás para la fiestas de su patrona, María Magdalena, a finales de julio. Volvimos a por el auto para bajar hasta la calle Cañones y tomar de nuevo la carretera de vuelta a nuestro pueblo.
Nos despedimos de Poyatos en dirección al Camping Serranía (destacar el amabilísimo trato recibido y la ayuda prestada), donde un simpático vecino de la localidad nos invitó a ir y, de este modo, reponer fuerzas para el largo camino de vuelta que nos esperaba. Por cierto, la primera etapa de esta ruta, hasta Cañamares por la carretera CUV-9031, fue espectacular. Los amantes de la conducción nos lo agradecerán. Ese trayecto, siempre a la vera del Escabas, no se nos olvidará en muchos años. Incomparable. Igual que la villa medieval de Poyatos.
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