Pinarejo, el molino nevado
En el límite de la Mancha Alta y la Baja se halla una localidad que nos dejó entusiasmados. Buena parte de esta sensación es debido a la nieve que cubría parte de la villa y alrededores. Pinarejo nos ofreció uno de los espacios, en nuestra humilde opinión, más bellos desde que tenemos el blog. Ese molino de viento, junto con la ermita de San Isidro y el área recreativa, nos dejó maravillados. El valor añadido que otorga una nevada es indiscutible. De lejos, la iglesia parroquial de Santa Águeda contemplaba la preciosa estampa.
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Cómo llegar a Pinarejo
Nosotros aterrizamos en el pueblo a través de la carretera CM-3110. Esta, a su vez, la tomamos en la salida de la autovía A-3 hacia Castillo de Garcimuñoz. Una vez dejada atrás esta localidad, llegamos a Pinarejo. Si continuamos por esta vía podemos visitar municipios como Santa María del Campo Rus, La Alberca de Záncara, Las Pedroñeras y, finalmente, Las Mesas. Posee una población de 189 habitantes (INE 2022), cuya principal actividad económica es la agricultura.
Qué ver en Pinarejo
Antes de entrar en el núcleo urbano, vista a lo lejos una bella silueta, preguntamos a un amable vecino la ruta para llegar al molino de viento. Tras sus amables indicaciones, pusimos rumbo a la parte norte de la villa. En breves instantes desembocamos en una zona espectacular. Cierto es que la nevada caída el día anterior aportaba mucho a la estampa. Delante de nosotros el citado molino de viento. Se construyó a comienzos del siglo XIX, funcionando hasta principios del siglo siguiente. Tras unas primeras medidas en los años 60 para su preservación, se reconstruye en los años 90, dotándole de su aspecto actual.
Este paraje se denomina Taldearrobas. En él podemos contemplar también, además de esta llamativa construcción, la ermita de San Isidro. Se levantó en el año 2007. De planta rectangular, destaca su elegante porche de entrada con tejado a dos aguas. El área recreativa existente en el espacio tiene mucho encanto, con plantas, árboles y objetos utilizados de modo decorativo. Existe también un merendero con barbacoa y hasta un templete. Todo un acierto.
Tomamos el auto para dirigirnos al núcleo urbano. Estacionamos en la plaza Mayor, centro neurálgico del pueblo. Observamos una gran fuente, aunque estaba seca. También un bonito pozo cubierto por la nieve. Un importante inmueble preside esta dirección. Podría ser el bar, pero no. Es el llamativo ayuntamiento, de color amarillo. Muy zascandil. Destaca su reja de entrada, así como el vistoso balcón.
Observamos que se acercaba una procesión, por lo que pusimos rumbo por la calle Iglesia para ir en busca del gran templo que ver en Pinarejo. Antes de llegar pasamos por una plazoleta que tenía una fuente con escudo labrado y una gran farola sobre un pedestal. No tardamos en llegar a la iglesia parroquial de Santa Águeda (s. XVII-XVIII).
De estilo renacentista, posee una sola nave con planta de cruz latina, crucero y dos capillas laterales. Ha sufrido diversas reformas desde su construcción, ya que, por ejemplo, durante la Guerra Civil sufrió muchos daños. El retablo mayor se reconstruyó en 1950. Santa Águeda, patrona del pueblo, levanta auténtica devoción entre los vecinos. Su imagen es del siglo XVIII. Por fuera destaca su poderosa torre cuadrada de tres cuerpos. Antiguamente existía un cementerio anejo al templo, aunque actualmente se encuentra en el otro extremo de la localidad.
Por suerte pudimos realizar las fotografías antes de que nos cercase la muchedumbre. Seguimos pateando las calles de Pinarejo. Merece la pena reseñar el parque ubicado junto a la calle Federico Olmedilla. Muy cerca se halla también la plaza de toros. Finalmente terminamos en la plaza Mayor, dándonos cuenta que la casa consistorial también alberga la biblioteca municipal. Aprovechamos para tomar un refrigerio en el bar pub 92. Nos supo a gloria.
Tras ellos fuimos directos al auto para seguir nuestra ruta zascandil. Nos llevamos un agradable sabor de boca, pues Pinarejo sorprende con lugares poseedores de mucho encanto. Vivimos momentos de disfrute y curiosidad. Poco más se puede pedir. Bueno, sí. Que te acerques a esta villa de la Mancha. Muy recomendable.
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