Una granja-escuela donde “aprender a vivir” en la Alcarria conquense
Hay señales que indican la dirección de algo más que un lugar para vivir. ‘Escuelas para la Vida’ no es el nombre de un pueblo de la Alcarria conquense —aunque le gustaría llegar a serlo—, pese a que se encuentra señalizado unos 12 kilómetros antes de llegar a Huete por la carretera comarcal CM 310 en el mismo desvío en el que otro rótulo indica la dirección a la localidad de La Langa.
‘Escuelas para la Vida’ es el proyecto que hace más de 30 años pusieron en marcha en la granja-escuela ‘El Colmenar’ tres soñadores: José Antolín Valcárcel Amador —conocido como Pepín—, Emilio y Celso (ya fallecido). En una extensión de más de 18 hectáreas de terreno rodeada de montañas fundaron una comunidad alternativa basada en la educación integral de personas en situación de exclusión social por consumo de sustancias psicoactivas, por trastorno dual o por cumplimiento de penas penitenciarias.
Tras desarrollar una pionera labor en las prisiones —fueron la primera organización no gubernamental (ONG) que trabajó en la cárcel—, decidieron buscar un pueblo abandonado en el que iniciar este proyecto pero no contaban con recursos económicos para pujar en las subastas y solo gracias a la ayuda de dos fundaciones americanas pudieron comprar, en 1987 y por tres millones de las antiguas pesetas, el terreno situado en el término de La Langa. Una nave y algunas ovejas eran sus únicas posesiones pero gracias al duro trabajo diario y al autoabastecimiento que les proporciona la horticultura y la ganadería, fueron construyendo sus instalaciones y no solo lograron sobrevivir sino llegar a contar, en la actualidad, con 18 plazas para internos y 30 profesionales voluntarios inmersos en el desarrollo de ocho ambiciosos proyectos.
Alcanzar la “plena personalización del hombre y la mujer como sujetos y como seres sociales, para que puedan ser agentes de su propio destino y al mismo tiempo, informar y formar permanentemente a sus familias” es su propósito general y para ello se basan en un programa psicopedagógico y en el proceso de aprendizaje que apuesta por la “educación cooperativa, no competitiva ni individualista y asentada en el concepto de ayuda para la autoayuda», profundizando tanto en el crecimiento personal como en la formación profesional.
Con todo ello buscan erradicar el estigma y la etiqueta social que margina a estas personas para que consigan, desde su preparación, un puesto en la sociedad. De hecho, muchos de sus internos estudian una carrera en la UNED y algunos de los que finalizan sus estudios colaboran con el proyecto. Además, todos aprenden solfeo y a tocar instrumentos de viento pues creen que la música aporta “relajación, estimulación y mayor claridad mental” y también representan obras teatrales para practicar la dicción, el vocabulario y la memoria y superar el miedo escénico, ofreciendo conciertos y representaciones durante las Navidades en diferentes puntos de Cuenca, Madrid y Guadalajara.
“Vivir las emociones” es una de sus premisas y por ello ponen su mayor énfasis en potenciar “la autoestima, el amor, la compresión y la empatía”, invitando a participar a los familiares en sus proyectos. Estos abarcan desde el cuidado de enfermos crónicos, el trabajo con equinoterapia para niños con trastorno del espectro autista (TEA), la escuela solidaria o el encuentro permanente de formación. Además, desde hace cinco años inician cada curso lo que denominan la ‘Aldea de la Ilusión’, un programa de intervención socio-educativa en niños que precisan un cambio de ambiente por encontrarse en problemáticas de riesgo (absentismo escolar, educación pobre y difícil, incremento de conductas agresivas y/o delictivas, etc) con encuentros los segundos fines de semana de cada mes y una ‘Escuela de Verano Educativo-Lúdica’ en julio. Ahora su nueva idea es implicar y enriquecer su labor a con la intervención de los mayores habilitando una vivienda para entre 15 y 18 personas sin dependencia que enseñen a sus alumnos a trabajar el campo y a cuidar los invernaderos. Lo que han llamado ‘Villa del Saber’ apuesta por incluir “nuevas vivencias con personas mayores” también en el trabajo que realizan con los niños y pre-adolescentes con problemas de conducta y/o de familias desestructuradas, aunque hasta que la iniciativa se materialice comenzarán por mantener encuentros mensuales con miembros de centros de día o residencias de Cuenca, Guadalajara y Madrid.
Sin embargo, este largo camino no ha estado exento de dificultades. Dado que la autofinanciación es la base que sustenta su labor —solo mantienen un acuerdo con asociaciones similares de la localidad madrileña de Rivas-Vaciamadrid y con el Banco de Alimentos de Cuenca y reciben alguna subvención pública —, en 2012 lanzaron un mensaje de alerta por la grave situación económica en la que se encontraban y consiguieron crear una Red de Apoyo con un soporte de microfinanciación colectiva para cubrir sus necesidades básicas con aportaciones de 5 euros mensuales de manera continuada evitando así el cierre.
La incomunicación del valle en el que se asienta la granja-escuela es otro de sus hándicaps pues la cobertura de los teléfonos móviles, e incluso de los fijos, no es todo lo buena que desearían. Además, en marzo de 2013 un temporal causó graves desperfectos en sus infraestructuras, especialmente en la granja y en el pabellón de acogida de visitantes, que tuvieron que reconstruir entre alumnos, ex-alumnos, familiares y otros voluntarios, aunque en esta ocasión la Diputación de Cuenca les concedió una ayuda económica para que pudieran comprar el material necesario.
Pese a todo, su convencimiento por esta opción vital les hace mantener vivo un sueño que va mucho más allá: el de derribar las vallas que ahora acotan su hacienda y formar un pueblo en el que sus habitantes no necesiten el dinero, una mini-sociedad para todos aquellos que crean en otra forma de vivir, alternativa al actual modelo de sociedad consumista y despilfarradora que no ofrece opciones a los que se encuentran en una situación de desigualdad. Cuando esto se haga realidad, la señal de ‘Escuelas para la Vida’ sí indicará la situación de una localidad, aunque seguirá siendo mucho más que un lugar para vivir.
SOBRE NOSOTROS
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Hola amigos de Escuelas para la Vida de La Langa
Me llamo Pilar Muñoz y soy alcohólica rehabilitada, nacida y criada en Huete. Actualmente soy la secretaria de ARVIL (Asociación de Alcohólicos Rehabilitados de Villaverde), perteneciente a FACOMA y Red CAPA.
Me he puesto en contacto con el Ayuntamiento de Huete para crear un GAM destinado a adicciones y he recibido una gran acogida por parte del Sr. Alcalde y la Sra. concejala de Servicios Sociales.
Me han aconsejado dirigirme a vosotros para conocernos y coordinarnos en la manera de lo posible en la ayuda a personas con adicciones.
En cuanto sea posible que la situación actual nos lo permita, me gustaría visitar vuestras instalaciones y conocer vuestro trabajo personalmente y presentaros mis respetos y posible colaboración.
Un saludo cordial.
Pilar Muñoz
Hola, Pilar. Nosotros solo somos un blog en el que ha colaborado el portal Alcarria Es Más escribiendo este post, pero no tenemos que ver con Escuelas para la Vida. Seguramente desde el ayuntamiento de Huete te puedan poner en contacto con ellos. Aprovechamos para darte la enhorabuena por la labor que haces. Un saludo.