LV Septenario de la subida de la Virgen de Tejeda a Moya
Por fin llegó el mes de septiembre de 2018. Era una fecha que teníamos marcada en rojo dentro del calendario. Desde que iniciamos la aventura de Zascandileando, nos llamó poderosamente la atención esta Fiesta de Interés Turístico Regional. El Septenario de la Virgen de Tejeda. Su famoso traslado en romería desde su santuario en Garaballa hasta la villa de Moya. 16 kilómetros de pasión. Pero esta celebración guarda mucho más. Desde el día 16 al 26 han pasado muchas cosas. Te las contamos.
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La subida desde Garaballa hasta Moya
Desde el siglo XVII se viene realizando este acontecimiento de masas. El Septenario, que antaño pudo llamarse Novenario, reúne a miles de devotos de la Virgen de Tejeda, buena parte de ellos pertenecientes a los antiguos pueblos del marquesado de Moya. Desde Garaballa parten en romería acompañando la imagen hasta su llegada a la iglesia de Santa María La Mayor, ya en la villa de Moya. Hay dos grupos de protagonistas.
Primero los danzantes, con sus bailes medievales con castañuelas y su vestimenta típica, dan una nota de colorido al desplazamiento. Van siempre acompañados de la Unión Musical Santa Cecilia, de Landete, que toca la misma melodía pegadiza. El paso de baile suele ser el mismo, pero van cambiando la dirección de la danza. El segundo grupo son los porteadores. Pertenecen, generalmente, al pueblo en el cual se encuentra la imagen en ese instante.
Concepto importante. Las mesas de la Virgen o descansaderos. Paradas técnicas realizadas durante el camino en las que pueden descansar porteadores y danzantes. Bajan la imagen a una mesa blanca de piedra, siempre de cara al pueblo que se deja atrás. En ellas figura la cruz trinitaria de Tejeda, símbolo del Septenario. Podemos verla en balcones, arcos florales, pintadas en el suelo y en todo tipo de merchandising como mochilas, chapas o camisetas.
Partida desde Garaballa
Hacía mucho tiempo que no madrugábamos tanto. Desde nuestro pueblo, Horcajada de la Torre, en la Alcarria conquense, hay cerca de una hora y media hasta Landete. Decimos Landete porque fuimos en dos coches y dejamos uno allí, para bajar en el otro a Garaballa. El primero de ellos sería el que usaríamos para volver cuando nos marchásemos de la romería. No llegaba a las 07:00 cuando arribamos de noche en Garaballa. Dejamos el auto en un descampado cercano al santuario y nos mezclamos entre la muchedumbre.
Ya sonaba la música de la banda y los danzantes comenzaban sus bailes con sus trajes antiguos de color blanco. Por detrás, la majestuosa Virgen de Tejeda. No nos esperábamos tanta gente. Lo bueno que la muchedumbre frenaba el gran frío que hacía. Pudimos ver cómo la imagen salía del recinto del santuario por un hermoso arco floral. Todo ello ante el silencio sepulcral de todos los presentes, lo cual, siendo noche cerrada, impresionaba mucho. Tras salir comenzaron los vítores: «¡Viva la Virgen de Tejeda!».
Empezamos a subir con el gentío hacia la parte más alta del pueblo. Muy despacio. Avanzar era complicado. De este modo, con paciencia, esperamos a salir hacia las afueras para poder caminar de manera más cómoda. Primero por la carretera, luego en paralelo por las elevaciones de terreno. Comenzamos a ver los primeros caballos acompañando la romería por el cerro. La gran columna de fieles empezaba a estirarse. También se incorporaban los primeros carros.
Pasamos junto al cementerio de Garaballa. Esto merece un punto y aparte. Cuando los porteadores de la Virgen de Tejeda pasan junto a un camposanto en la ruta hacia la villa de Moya, dirigen la imagen en dirección a este. Muy emotivo. Entramos finalmente en la pista forestal que separa Garaballa de Landete. Tres mesas nos esperaban a lo largo de esta primera parte del trayecto.
La primera se hizo esperar. Puso a prueba nuestro aguante. Sobre todo por el fresquete que hacía. A pesar de que ya había salido el sol, el viento nos recordó lo principiantes que éramos en el Septenario. Nos adelantamos un poco para llegar con tiempo y coger buen sitio. Mereció la pena. Eran las 09:30. La mayoría aprovechó para sacar el bocadillo, incluidos nosotros. Danzantes y damas de honor esperaron pacientemente hasta que asomaron los porteadores. Los muchachos se pusieron en marcha para recibir su llegada. Nos quedamos impresionados cuando, uno a uno, se fueron subiendo a la mesa para danzar de cara a la Virgen de Tejeda, recibiendo los vítores de la gente.
Se nos ha olvidado mencionar una figura indispensable, el maestro de danzantes. Estos ocho muchachos voluntarios, además de ser quintos, están formados por una persona que les acompaña y dirige en todo momento. Tuvimos el placer de conocerle por redes sociales. Se llama Javier. Aunque ya se lo dijimos, aprovechamos para felicitarle de nuevo por su trabajo. Por supuesto, también se subía a danzar en las mesas con el correspondiente gozo del gentío. Merece la pena informar sobre el coche y el tractor que circulan por delante de los porteadores, a modo de avituallamiento.
En las siguientes mesas pudimos comprobar otros elementos de la danza, como cuando en fila india se disponen los muchachos a pasar por debajo de la Virgen de Tejeda. Esto se produce cuando los porteadores elevan la imagen con el brazo completamente extendido. Son momentos de auténtico fervor, muy aplaudidos. Tras descansar en las tres mesas dispuestas en el camino, con los consiguientes relevos de porteadores, enfilamos hacia Landete. El frío desapareció para dar paso a un calor sofocante. Se hacía duro.
La Virgen de Tejeda llega a Landete
Nos impresionó mucho cómo estaba engalanada esta localidad para recibir a la Virgen de Tejeda. Grandes arcos florales, bellas pintadas en el suelo de las calles, cruces trinitarias en ventanas y balcones… Una maravilla. Por supuesto, muchísima gente esperando a danzantes y porteadores tras 7 años de espera. Nada más entrar al pueblo, un enorme arco sobre la primera mesa de la Virgen. Tuvimos que decidir y así hicimos. Tomamos el consejo de seguir hasta la siguiente mesa, junto al bar Boni.
Esperamos un buen rato y aprovechamos para tomarnos un refrigerio e hidratarnos. Al rato aparecieron los danzantes. Primero se movieron en dirección a la Virgen, que aterrizaba varias decenas de metros por detrás junto a una nueva banda de música. Luego, marcha atrás en dirección a la mesa. Uno a uno, de nuevo, fueron subiendo a danzar delante de la imagen y el público presente. En esta ocasión, el primero en subir fue Javi, el maestro. Estruendosa ovación. Uno de los momentos más sentidos.
Después, otra parada más en la plaza Nicanor Grande. Nos la saltamos para buscar hueco en la plaza de la Iglesia. Encontramos un hueco en la sombra y allí esperamos para disfrutar de los últimos momentos en esta primera parte del día. Asomó la Virgen de Tejeda y los danzantes se movieron por toda la plaza antes de que la imagen se metiera en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción.
Llegó la hora de la comida. Nos fuimos al coche a dejar algunas cosas y sacamos los bocadillos. El descanso nos vino de lujo. Tras un rato, fuimos de nuevo a la plaza de la Iglesia para esperar la salida de la Virgen de Tejeda. Después de esperar pacientemente, a las 16:00, salió del templo. Los danzantes nos sorprendieron con una estupenda danza de paloteo. Hubo un pequeño incidente al romperse uno de los instrumentos, pero fue subsanado rápidamente por una familia vecina que prestó al joven los suyos. Fueron varias danzas muy vistosas. Sin duda una nota de color que se agradeció.
La romería se puso de nuevo en marcha. Nos adelantamos para ver su transcurso por el paseo de las Acacias, muy bonito. Siguió por una travesía de Moya completamente abarrotada. Allí se vivieron momentos muy emotivos, como cuando un danzante se dirigió a una mujer del público y le bailó de cara. Debía ser algún familiar. Fue precioso y muy emocionante. De este modo, la Virgen de Tejeda se alejaba de Landete.
Comienza la subida a Moya
La multitudinaria columna de gente tenía ya unas dimensiones espectaculares. Se notaba que nos acercábamos a la última parte del recorrido. De nuevo pasó la imagen junto a un cementerio, el de Landete, y los porteadores la pusieron en su dirección. Nos adelantamos de nuevo para esperar a la Virgen de Tejeda en una mesa muy especial.
Antes de llegar a Los Huertos de Moya, junto a la carretera, existe un descansadero en una zona baja de tierra. La cuesta que forma la subida al asfalto ejerce de grada improvisada. Aquí los porteadores de Santa Cruz de Moya tienen su gran momento, con multitud de vítores a la Virgen y al pueblo. De nuevo los danzantes y el maestro se subieron a la mesa ante el deleite general. Poco antes de su llegada, un joven danzante dejó detalles de su prometedor futuro en el Septenario.
Anduvimos un poco más hasta captar la soñada panorámica. Queríamos ver Moya a lo lejos. Sabíamos que era imposible llegar y quedarnos hasta el final, pero la teníamos que ver de nuevo, con la Virgen de Tejeda de camino. No vamos a engañar a nadie. No pudimos quedarnos hasta el final. Fuimos incapaces de conseguir el día siguiente libre en el trabajo y había que volver, primero hasta el coche, luego hasta Garaballa a por el segundo coche y después a Madrid para madrugar. Se nos hacía inviable.
Nos contaron que fue muy emocionante. Que se vivieron momentos preciosos. Por desgracia nos lo perdimos. Nos perdimos el paso de la imagen por Los Huertos de Moya, por El Arrabal y la subida hasta la villa medieval de Moya. Hasta esa joya que nos tiene enamorados. Para el próximo Septenario tendremos que gestionar la logística de mejor manera. Por suerte, la estupenda fotógrafa Beatriz Durán, gracias a la mediación de Javier el maestro de danzantes, nos ha prestado algunas de sus instantáneas para que todos los zascandiles sepan cómo fue la llegada.
Eventos religiosos y de ocio en el Septenario
Cierto es que el plato fuerte es la subida en romería desde el santuario de Garaballa hasta la villa de Moya. Pero en los sucesivos días, es decir, del 16 al 26 de septiembre, se celebraron distintos eventos y actos religiosos, los cuales compusieron un programa de actividades fantástico. Además de misas, novenas, ofrendas florales y procesiones; hubo exposiciones fotográficas, catas gastronómicas, pasacalles con charanga, espectáculos infantiles, toros, exhibiciones de bandas y orquesta todas las noches. Sin duda, hay que dar la enhorabuena a toda la gente que hace posible esta festividad.
El día 26 de septiembre, tras la misa de despedida, se baja la imagen de nuevo hasta el santuario de la Virgen de Tejeda, en Garaballa. Se realiza a un paso bastante más vivo, pues los festejos culminan alrededor de las 14:30 con una última danza de paloteo y la introducción en el templo. Se despide el LV Septenario y nosotros también. Cumplimos un viejo objetivo en 2018. Ahora entendemos por qué es Fiesta de Interés Turístico Regional y por qué levanta tantas pasiones. No hemos visto nada igual. Desconocemos si seguiremos en 2025 con el blog. Independientemente de ello, estaremos presentes en cuerpo y alma.
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