Paseando por Cuenca (IV)
Continúa el zascandileo por la capital. Hoy os traemos la cuarta edición de nuestro “Paseando por Cuenca”. En nuestro anterior post, nos quedamos en el Castillo contemplando las tremendas vistas de las hoces del Huécar y el Júcar. Ahora toca bajar para seguir la ruta por el Casco Antiguo. Comenzamos a rodar pa’ bajo.
En pocos segundos llegamos a la plaza del Trabuco, donde se encuentra la iglesia de San Pedro (s. XVIII). Es de planta octogonal con bóveda semicircular, y torre de planta cuadrada que posee tres cuerpos. Tomamos la calle San Pedro para observar a los pocos metros la ermita votiva de la Cofradía de la Epifanía, fundada por Alfonso IX, que únicamente conserva su fachada renacentista como punto de interés.
Proseguimos el descenso por las calles de Cuenca parándonos en el antiguo colegio de los Jesuitas (s. XVI), del que destaca principalmente su portada, en la cual se puede apreciar el escudo imperial. Más adelante, giramos a mano derecha por la calle San Nicolás para desembocar en la plaza homónima. En este lugar hallamos la Casa Zavala, palacio del siglo XVIII que hasta finales de 2015 fue sede de la Fundación Antonio Saura, y que actualmente se encuentra cerrada por falta de financiación. En esta bella plaza también podemos encontrar la iglesia de San Nicolás, de estilo renacentista y con una sola nave.
Tras andar un poco llegamos a la Bajada de las Angustias. Tras dejar atrás los muchos escalones, aterrizamos en el convento de Los Descalzos, fundado por el arcediano Marcos Parada en 1578. Probablemente lo más conocido de este monumento sea la Cruz del Convertido, donde está plasmada la huella de una mano. Existe una leyenda al respecto que habla de un joven libertino el cual sufre una mala experiencia con un súcubo y termina aferrado a la Cruz, para posteriormente entrar como devoto al convento a raíz de la experiencia sufrida.
Muy cerca se encuentra la ermita de la Virgen de las Angustias. De gran devoción por parte de los conquenses, fue originalmente construida a finales del siglo XIV, pero la que existe hoy en día es del XVII. El paraje en el que está ubicada es espectacular, junto al río Júcar y las rocas. Muy cerca se encuentra el puente de Los Descalzos, el cual da acceso al salón acuático “Recreo Peral”.
Volvimos sobre nuestros pasos para callejear un poco y desembocar en la iglesia de San Miguel, una de las más antiguas y bellas de Cuenca. De estilo renacentista, en su interior podemos contemplar un curioso artesonado mudéjar. Actualmente acoge diversos actos culturales. Junto al edificio, se ubican los baños públicos, construidos en época árabe.
Toda la ronda del Júcar ofrece unas vistas preciosas de la hoz. Merece la pena apreciar en los montes de enfrente, unos grandes ojos pintados en la roca, los Ojos de La Mora, que a nosotros nos parecen realmente curiosos. En esta zona era donde lanzaban al vacío a los condenados a muerte por el Tribunal de la Inquisición.
Desde la iglesia de San Miguel, no tardamos en volver a la plaza Mayor de Cuenca. En anteriores ediciones os hablamos de los dos monumentos más representativos, la catedral y el ayuntamiento, pero nos faltó referirnos al convento de Las Petras, también llamado de San Pedro y San Lorenzo. La iglesia está construida por Alejandro González Velázquez y reformada por Martín de la Aldehuela, y está datada en el siglo XVIII. Tiene planta elíptica con bóveda sin linterna y decoración neoclásica.
Aquí nos detenemos. Existen numerosos bares para tomar un refrigerio y poco tardamos en sentarnos a descansar un poco, que ya estábamos baldaos. De nuevo en la plaza Mayor termina nuestro particular paseo por la ciudad. En la siguiente entrega volveremos a preparar las piernas para las escaleras que llevan a la plaza de la Merced. Ya va quedando menos para terminar, aunque Cuenca siempre esconde lugares para descubrir.
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