Olivares de Júcar, esplendor pese al pantano de Alarcón
Bajo un sol de justicia nos desplazamos al interior de la provincia, en concreto a esa Mancha Alta cercana a la serranía de Cuenca. Olivares de Júcar nos esperaba para recorrer las calles en busca de su patrimonio religioso, cuya protagonista principal es la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Sin querer, también, hallamos la historia de un municipio al cual le afectó drásticamente la construcción del pantano de Alarcón.
Contenidos del post
Cómo llegar a Olivares de Júcar
Con una población de 310 habitantes (INE 2023), Olivares de Júcar es un pueblo excelentemente comunicado. Por su término municipal atraviesan dos carreteras, la CM-2103 y la N-420, una de las vías más importantes de la provincia de Cuenca. Por la cercana localidad de Cervera del Llano pasa la autovía del Este (A-3). Antiguamente circulaba por el municipio, pero la construcción del pantano de Alarcón, con la consiguiente anegación de parte del término, obligó a desviar la carretera. En la década de los cincuenta, la citada anegación de las tierras ribereñas del Júcar, más fertiles que ninguna, provocó la emigración de buena parte de los habitantes para encontrar un futuro mejor lejos de su pueblo. Actualmente, la economía de Olivares de Júcar se basa sobre todo en la agricultura, destacando los cultivos de cebada y girasol.
Qué ver en Olivares de Júcar
Estacionamos el auto en calle la Real a la sombra de unos edificios. Sabia decisión dado el tremendo calor que hacía. Nos armamos de valor y salimos a zascandilear por el pueblo en busca de sus encantos. No tardamos en encontrar el primero. Poco tuvimos que andar hasta llegar a la plaza del Ejido o El Lejío, como nos indicó un amable vecino, seguramente el único que andaría por la calle con ese calor. Un valiente. Aprovechamos para preguntarle sobre los lugares de mayor interés, respondiendo este con amabilidad y exactitud. En la plaza del Ejido se halla el coqueto ayuntamiento de la localidad. Merece la pena destacar el suelo adoquinado en el que está dibujado el escudo municipal de Olivares de Júcar.
Subiendo la plaza unos metros más arriba, llegamos a la ermita de San Roque (s. XVII). Gracias a las indicaciones del lugareño pudimos evitar pasar de largo, y es que es una construcción de mampostería bastante austera que se integra a la perfección con los edificios anexos.
Siguiendo instrucciones autóctonas, teníamos que visitar el barranco del Pilar y el valle de la Vega. Eso hicimos jugándonos la insolación. Mereció la pena, las vistas en ambos lados son dignas de presenciar. Una vez contemplados los hermosos huertos de la Vega, no tardamos en subir a presenciar la joya del patrimonio arquitectónico del pueblo. Nos esperaba la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (s. XVII), un imprescindible que ver en Olivares de Júcar.
El templo posee unas dimensiones considerables, destacando en su exterior la hermosa portada, los contrafuertes y la torre de tres cuerpos. En su interior merece la pena resaltar el retablo mayor. La iglesia ha sufrido importantes reformas a lo largo de la historia, la última muy reciente, y es que entre 2002 y 2008 tuvieron lugar obras para la mejora del edificio, ya que no se podía garantizar la seguridad en su interior.
Desde aquí volvimos al coche. El último de los lugares que nos faltaba por visitar no es que estuviera muy lejos, pero el calor nos hacía rechazar más paseos. Teníamos claro que debíamos cruzar la carretera, pasar junto al frontón y seguir un camino para llegar la ermita de San Isidro. Extrañamente se debieron alinear los astros y no nos perdimos durante el trayecto, como suele ser costumbre. El mérito del vecino/guía de Olivares de Júcar fue tremendo. Y eso que al pasar por un túnel pensamos inevitablemente que íbamos en mal sentido, pero cuál fue nuestra sorpresa cuando al final de dicho túnel hallamos la ermita.
Más que destacar la sencilla construcción, encalada y con escalinata para acceder, nos llamó la atención el bello paraje lleno de árboles donde se ubicaba. Nosotros agradecimos enormemente la sombra que proporcionaban. Todos los años se celebra la fiesta en honor a este conocido santo, patrón de los labradores. Desde el lugar, deshaciendo el camino, tomamos ya la carretera para volver a casa. Mucho calor para seguir zascandileando.
De esta forma dejamos Olivares de Júcar con muy buen sabor de boca. Es un municipio con un patrimonio religioso bastante destacable, además, si todos los olivareños son igual de amables que nuestro guía, seguro que se vive de maravilla. De este modo nos despedimos de Olivares de Júcar, el cual sigue esplendoroso por mucho que el pantano de Alarcón, a 5 kilómetros de distancia, enturbiase en el pasado.
SOBRE NOSOTROS
PUBLICIDAD