Ruta por la localidad de Ciudad Real
Era la última de las capitales de provincia que nos faltaba por visitar. De este modo, tuvimos que poner remedio y viajar al suroeste de Castilla-La Mancha. Ciudad Real nos esperaba en un día caluroso, pero muy productivo. Hablamos de una urbe encantadora que se puede ver en un día tranquilamente.
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Cómo llegar a Ciudad Real
Partimos, como casi siempre, desde Madrid tomando la autovía A-4 o autovía del Sur. Circulamos bastantes kilómetros hasta que, a la altura de Puerto Lápice, ya en la provincia de Ciudad Real, cogimos el desvío de la carretera CM-420 que nos condujo hasta Daimiel. Antes de introducirnos en el núcleo urbano, bordeamos el pueblo hasta adentrarnos en la autovía A-43, la cual, esta vez sí, nos llevaría directa a la capital. La citada autovía del Guadiana parte desde Puertollano hasta conectar con la A-3 en Atalaya del Cañavate, ya en la provincia de Cuenca. Circula junto a importantes villas como Argamasilla de Alba y Tomelloso, en Ciudad Real, Villarrobledo en Albacete o San Clemente en Cuenca. También pasa por Ciudad Real otra importante vía, la N-430. Comunica con la comunidad autónoma de Extremadura atravesando villas como Luciana o Puebla de Don Rodrigo. Las Nacionales 401 y 420 también son excelentes opciones para aterrizar en la ciudad, sobre todo si venimos desde la provincia de Toledo, en el caso de la primera, o de Andalucía, en el caso de la segunda. Otras vías menores como la CM-412 conducen a pueblos cercanos como Miguelturra, Almagro, Picón o Porzuna. Consta de 74.746 habitantes (INE 2019). Pertenece a la comarca del Campo de Calatrava.
Qué ver en Ciudad Real
Aparcamos en la calle de La Mata. Continuamos por la calle Lanza dejando atrás la Cámara de Comercio en Industria de Ciudad Real y la casa del Conde de la Cañada. Apareció ante nosotros el primero de los grandes templos de la ciudad. Nos referimos a la iglesia de San Pedro (s. XIV). Posee estilo gótico y tres naves con numerosas capillas. Merece la pena reseñar la de los Coca, con sepulcro y retablo de alabastro, y la de Jesús Nazareno, con reja y portada renacentistas. En el exterior destaca la puerta del Perdón, así como su poderosa torre. Fue declarada Bien de Interés Cultural en 1976.
El Reloj Carillón de Ciudad Real
Tomamos la calle Cárlos Vázquez para salir al centro neurálgico de la capital. Por supuesto, hablamos de la plaza Mayor. Tuvimos mala suerte, porque nada más aterrizar estaba concluyendo el espectáculo del Reloj Carillón. A ciertas horas del día varias figuras, entre ellas la de Cervantes, Don Quijote y Sancho Panza, se asoman a un balcón con una música de campanas de fondo. Una pena que no pudiésemos grabarlo. Este mecanismo se encuentra dentro de la casa del Arco (s. XV), que albergó el ayuntamiento de villa hasta 1865. En la plaza Mayor también se halla la actual casa consistorial de Ciudad Real. Se trata de un inmueble de estilo neogótico que fue levantado en 1976 por el arquitecto Fernando Higueras.
Tras ello pasamos a la Oficina de Turismo para adquirir un mapa de la ciudad. Hemos de decir que nos atendieron muy amablemente. Cruzamos otra vez la plaza Mayor para tomar la calle Toledo. Antes de desembocar en la plaza de la Constitución, viramos a mano izquierda para contemplar el convento de la Merced, que en la actualidad alberga la sede de Bellas Artes del Museo de Ciudad Real. A su lado se halla la iglesia de la Merced (s. XVIII). En el exterior destaca su fachada con escudos nobiliarios. En el interior sus pinturas murales de estilo barroco.
Doblando la calle llegamos a la citada plaza de la Constitución. La preside el palacio de la Diputación Provincial de Ciudad Real (s. XIX), construido por Sebastián Rebollar. Su salón de Plenos posee un espectacular mural de gran interés. No tardamos en doblar a la derecha para seguir la calle Estrella y llegar a la iglesia de Santiago (s. XIII), en el antiguo epicentro del barrio judío. Dentro guarda dos tesoros, la pintura mural del ábside y su artesonado mudéjar. Subimos por la calle Altragracia hasta la plaza de España, donde descansa la Real Casa de la Misericordia (s. XVIII), actual sede del Rectorado de la Universidad Regional.
La Puerta de Toledo
Ya estábamos casi en las afueras de la ciudad, pero el motivo de ir tan al norte era bien claro, la puerta de Toledo (s. XIV). Ciudad Real llegó a tener ocho puertas a lo largo de su ya desaparecida muralla. Pues bien, esta es la única que se conserva de todas ellas. Se ubica en el antiguo camino real que unía Sevilla con Toledo. Consta de dos torreones a los lados y seis arcos. Estos son ojivales, apuntados y de herradura. Se puede admirar también el escudo de armas de Castilla. Tocó una buena caminata por la ronda del Carmen hasta llegar a la puerta de Santa María. Pertenece al antiguo convento de Nuestra Señora de Altagracia. Antaño se ubicaba aquí otra puerta de la muralla.
Vamos a parar aquí, en la parte occidental de la ciudad. Nos queda una segunda parte repleta de lugares y monumentos interesantes como el parque de Gasset, el antiguo Gran Casino o la catedral de Santa María del Prado. Mucho y muy bueno por admirar todavía.
El Parque de Gasset
Desde la puerta de Santa María continuamos recto por la ronda de Alarcos. Dejamos atrás la plaza de toros hasta desembocar en el espacio verde más conocido de Ciudad Real. Nos referimos al parque de Gasset. Poco antes de acceder por la entrada, observamos el inmueble que alberga el museo del Quijote y la biblioteca Cervantina, importantes focos de cultura en la localidad. Entramos en este histórico parque para dar un agradable paseo. Rodeados en todo momento de vegetación, nos maravillamos con sus bancos repletos de motivos quijotescos. Merece la pena reseñar también sus distintas esculturas, como la de La Primavera, la Cruz de los Casados o el espectacular monumento a José María de la Fuente. Destaca también la maravillosa fuente de «La Talaverana», estilizada con cerámica de Talavera de la Reina.
Decidimos adentrarnos de nuevo hacia el casco antiguo por la avenida del Rey Santo. Llegamos a la plaza de la Provincia, donde se ubica una moderna fuente que destaca por sus relieves. Se halla también en este espacio la escuela de arte Pedro Almodóvar. El nombre lo lleva en honor a uno de los personajes más ilustres de la provincia. Sobresaliente cineasta del que somos admiradores. Seguimos por la misma avenida hasta que aterrizamos en la plaza del Pilar, otro importante foco de actividad en la ciudad. Además de la antigua sucursal del Banco de España, lo más reseñable es su simpática escultura del caballero Don Quijote de la Mancha.
Apretaba el hambre, por lo que paramos a comer en Bodegas Galiana, ubicado en la calle Hernán Pérez del Pulgar. Muy recomendable, producto y trato sobresalientes. Una vez respuesto fuerzas, nos asomamos a la contigua plaza Cervantes. Tres monumentos nos esperan allí, el realizado al Pozuelo de Don Gil, el homenaje a la Mujer Manchega y el monumento a Cervantes. Una zona de lo más atractiva. Por la avenida Alfonso X el Sabio salimos a la calle Postas, conocida por tener alguna fachada de estilo modernista.
En pocos metros nos adentramos en los jardines del Prado, otro parque tradicional de la localidad, aunque de dimensiones mucho más reducidas que el de Gasset. En el centro se sitúa un elegante templete. Es morada también de monumentos escultóricos como los de los homenajes a la Pandorga y a Javier Segovia. Por la calle Reyes, que lo bordea por su lateral izquierdo, se llega al museo municipal Manuel López-Villaseñor. En él se puede apreciar la obra de este pintor, el cual desarrolló su obra en la segunda mitad del siglo XX. El inmueble que lo alberga es la casa palacio más antigua conservada en Ciudad Real, pues data del siglo XV. Aquí nació Hernán Pérez del Pulgar, capitán del ejército castellano en época de los Reyes Católicos.
La Catedral de Ciudad Real
A muy poca distancia, justo delante de los jardines del Prado, reposa el templo más importante de la localidad. La catedral de Santa María del Prado (s. XV) se levantó sobre las ruinas de la antigua iglesia de Santa María, que databa del siglo XIII. Aún quedan resquicios de este desaparecido templo en la portada de Poniente, la más interesante de las tres que posee. Sobre ella descansa un hermoso rosetón polibulado. En su interior merece la pena reseñar el retablo de Nuestra Señora del Prado (s. XVII), ubicado en el Altar Mayor. Realizado en madera, es obra de Giraldo de Merlo y Juan de Hasten.
Posee una única nave de enormes dimensiones, por ello es la segunda más grande de España por detrás de la de Gerona. Por supuesto, hablando exclusivamente de las que tienen una sola nave. En 1875 la catedral se convirtió en Priorato de Órdenes Militares. Este hecho se puede apreciar en distintos puntos del templo y sus cercanías, donde aparece la cruz de estas órdenes, que son las de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa.
Bordeamos el magnífico edificio religioso para dar al margen derecho de los jardines del Prado. Aquí nos pudimos maravillar con uno de los inmuebles más simbólicos de la ciudad. Hablamos del antiguo Gran Casino, inaugurado en 1887. De estilo clasicista, destaca por encima de todo la exquisita decoración de su interior. Enfrente nos topamos con la otra sede del museo de Ciudad Real. En el anterior post vimos la de Bellas Artes. Esta es la de Arqueología y Ciencias Naturales. Otro interesante museo de la localidad es el Diocesano, donde se exponen obras artísticas de tipo religioso. Se halla en la paralela calle Caballeros.
Muy poco nos faltaba por ver. Deshicimos el camino poniendo rumbo al auto, pero tomando un ligero desvío. Nos acercamos al paseo de Pablo Picasso para conocer el torreón del Alcázar, única huella de este antiguo recinto ordenado construir por Alfonso X. Lamentablemente se encontraba en obras y no pudimos tirar ninguna fotografía. Lo que sí pudimos ver es la escultura de Juan II localizada en estos agradables jardines. Esta vez sí, tocaba despedirse de Ciudad Real volviendo a la calle La Mata para coger el coche.
Vivimos un día magnífico en la localidad. Disfrutamos con su espléndido patrimonio religioso, civil y cultural. Además comimos de maravilla, nos quitamos el sombrero ante la gastronomía local y sus famosas tapas. Sin duda es una escapada que recomendamos, la capital de Ciudad Real no decepciona. Volveremos pronto.
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